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La estupidez, agitación en un motel de carretera



La compañía Feelgood Teatro se atreve a llevar a escena un montaje poliédrico en el que una misma habitación sirve para contar miles de historias que transcurren en un motel de carretera al mismo tiempo. Cinco actores, veinticuatro personajes y un director. Fernando Soto vuelve a dirigir, después de la acertadísima Constelaciones, un montaje que no dejará indiferente a nadie. La estupidez del ser humano y la codicia serán ejes troncales de estas historias escritas por Rafael Spregelburd.

Ante nuestros ojos se abre una interesante escenografía genialmente diseñada por Elisa Sanz -aunque creo que el espacio de la arena se podría haber aprovechado más-. Un total de veinticuatro alocados personajes se desenvuelven en un motel de carretera con una preocupación, ganar dinero y, ¡cómo no!, de manera poco honrada. Policías, estafadores de cuadros, jóvenes endeudados, estrategas del casino, científicos, periodistas de éxito,... Personajes rocambolescos que harán que las tres horas que dura el espectáculo se pasen volando.

La estupidez no es un montaje redondo y no por que no esté bien hecho, algo a lo que no tengo nada que rebatir, sino porque sencillamente unas historias interesan más que otras. El computo total es un montaje divertido, que acelera poco a poco para luego no pisar el freno -bueno, sí, sólo en la pausa de diez minutos-, y que demuestra un engranaje sólo capaz de funcionar con un equipo equilibrado y generoso. Lo encontramos, no cabe duda. El arranque es complejo, temas poco tratados en teatro como el arte pictórico o la ciencia son los temas sobre los que los personajes se desenvuelven. Un montaje inteligente en el que cuesta sumergirse pero del que no querrás salir una vez que estés dentro. Te enamorarás de los personajes y de sus historias y andanzas.

Si hay algo que destaca en La estupidez es el trabajo actoral. Preciso y minucioso. La construcción de personajes que realizan es interesante, parten de un naturalismo para subir un punto la intensidad interpretativa y crear personajes sacados de la realidad evidente pero a los que no puedes dejar de mirar. Destacan los personajes creados por Ainhoa Santamaría, espectacular su incallable Susan. Cada vez que Santamaría aparece en escena, con cualquiera de sus personajes, no puedes parar de mirarla. Tiene la comedia en las venas. Toni Acosta demuestra una vez más que maneja como nadie el ritmo de lo cómico y divierte al espectador. El reparto másculino contribuye como el que más a que La estupidez sea una obra de actores. Genial la relación entre los dos policías interpretados por Fran Perea y Javi Coll.

Sin duda alguna, La estupidez es una comedía que no debes perderte, sobre todo porque es diferente y porque si aguantas la primera media hora -donde a veces cuesta incluso saber de qué están hablando los personajes-, te divertirás como nadie. Múltiples caras, múltiples espacios y un sólo tiempo, los dos días que una serie de personas escogidas al azar viven en un motel de carretera que sólo pensaba ver la vida pasar.


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