Prefiero que seamos amigos, no, esa frase, no
Comedia romántica francesa. Buen título para empezar. Y es que la ficción francesa tiene ese aire de frescura que, en este caso, sólo lo pueden dar la nostalgia de las flores. Tamzin Townsend trae a España esta obra de Laurant Ruquier y lo hace de la mano de Lolita Flores y Luis Mottola. La fina línea que separa la amistad del amor se ensancha y se empequeñece a lo largo de la función. Si después de una declaración de amor, te dicen, prefiero que seamos amigos, lo único que puedes decir es… No, esa frase, no.
Cinco años de amistad. Creemos que lo sabemos todo de la otra persona, que la confianza es plena pero una noche, una noche como cualquier otra de sofá, vino y pizza, descubres que todo eso que creías y que tenías por seguro de la otra persona, es falso. Tu amiga está enamorada de ti. Tu amigo tiene una vida oculta que, evidentemente, desconocías. ¿Cómo sobrevivir a esto?
Prefiero que seamos amigos mantiene al espectador atento; con cómica agilidad vamos descubriendo, de lado de la protagonista, sus estrategias para conquistar a su amigo. Estrategias inútiles, por otro lado. La relación de ambos es cómica. Cuanto más amistad, amistad masculina, le demuestra él, más de los nervios se pone ella. Townsend sabe aprovechar estos instantes para hacer reír al espectador viendo lo ridículos que nos podemos llegar a poner cuando perdemos la naturalidad al intentar seducir al que tenemos al lado. Y después, viene la bomba del personaje masculino. Y la comedia se sirve en bandeja. Algo que se aprovecha, aunque tengo la sensación de que todavía hay mucho que rascar para que escenas como la del hospital no parezcan demasiado largas en algunos momentos.
Las historias de a dos que se suben a un escenario necesitan compenetración, agilidad y generosidad. Aunque la obra parece todavía estar arrancando, es una suerte poder atisbar estos tres adjetivos sobre la escena. Luis Mottola es generoso y sabe dar el espacio a Lolita Flores, que se convierte en el reclamo general de la media de los espectadores que van a ver la función porque la Flores aparece en el cartel, como lo han hecho en otras ocasiones. Sin embargo, Mottola sabe mantener su sitio con elegancia y aprovecha el espacio que ocupa. Y Lolita, que más que a un personaje, la vemos a ella misma, se mantiene cómplice con el espectador convirtiéndolo en su amigo al que contarle su historia. Genial su reacción ante el sonido de un teléfono móvil en el patio de butacas.
Esta va a ser la noche de las verdades, la noche en la que todos dejaremos de hacernos pasar por otros para ser quienes somos y sentir lo que verdaderamente sentimos. Yo no prefiero que seamos amigos, ¿y tú?
Podéis disfrutar de este montaje de flores, risas y verdades gracias al Club YMás, que ofrece esta función en su cartelera.