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Très Belle, ¡vaya día que llevo!




Tres mujeres, tres féminas fatales, y un cadáver. Este es el punto de partida de una obra que apuesta por un código y lo lleva hasta las últimas consecuencias. Toques surrealistas y puntos de dirección que acompañan al estilo de la función. Anna Coll Miller escribe y dirige Très Belle con tres actrices que confían a ciegas en ella. Eso se nota. Todo ello acompañado por la voz atrayente de Javi Coll.


Una esposa, una hermana, una hija y una criada. Una criada que es perenne a la casa que habitan, al igual que dos perros que ladran cuando pasa algún desconocido. Sus nombres son un vaticinio, Fatídico y Letal. Cuando el señor Pomelo aparece muerto en su dormitorio con un cuchillo clavado en el pecho, todas sospechan de todas y sumergirán al público en un continuo divagar de culpabilidades.


Entrar en la sala del Off de la Latina ya es una sorpresa. Sobre el escenario, las tres actrices realizan una coreografía sutil pero constante. Además de servir de ejercicio de concentración para ellas, el público empieza a ver cómo son los personajes, por donde puede apuntar cada una. ¿Acertaremos? ¿Quién sabe? Al avanzar la función empezamos a contemplar que la historia no se cuenta de cualquier manera, la mano de la directora Coll Miller se nota en cada milímetro del escenario. Las cuatro mujeres son capaces de crear una atmósfera de atención y tensión en la que un oscuro puede significar lo peor, ¿qué pasará cuando se encienda la luz? Ritmo pausado pero constante, no necesitan acelerar y no lo hacen. La hora de función se consigue con muchos aciertos. Bien es cierto que algún detalle se alarga en demasía pero fichemos a esta directora porque dará que hablar con sus próximos proyectos. Tiene personalidad y se no muestra medias tintas sobre el escenario. Su propuesta puede gustar más o menos pero no te quedas con la sensación de haber visto algo en lo que el equipo no se ha atrevido a jugar. Aquí hay juego del bueno.


El elenco de actrices acompañan a este juego. Divierten y se divierten con los excesos necesarios. Constante en toda la función y sin perder el personaje en ningún momento está Laura Perea, que sorprende la evolución de su personaje y lo bien que maneja todos sus registros. Mercedes Ruiz lleva el peso de la función con acierto y se entrega a la propuesta. No hay nada que suceda sobre el escenario que le pase desapercibido. Y su personaje hace alarde de ello. Estela Aguilar interpreta a dos personajes y en uno acierta con una energía muy alegre pero en el papel de la hija echamos de menos una propuesta de construcción más arriesgada. Podríamos aceptar esta propuesta si aportase algo a la historia, pero no es así.


Trés Belle es una de estas obras pequeñas que tienen lo justo y necesario, que no necesitan nada más para conseguir alegrarte el día. ¿Qué más se puede pedir a una función?


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