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Post-Stella, por fin soy la protagonista



Hay muchos personajes literarios que están en un segundo plano a los que siempre hemos querido escuchar. En esta caso, Alda Lozano, pone voz contemporánea a Stella de Un tranvía llamado deseo. Le deja hablar y coloca a Blanche como mero coro musical de los pensamientos y sentimientos de la protagonista. Carmen del Conte protagoniza este casi monólogo teatral, mezcla de poesía y música, acompañada por Mónica Béjar y su perro Oleg, al que bautiza en escena como Laurel.


Stanley no aparece sobre el escenario. Blanche canta canciones country y camina como una geisha. Laurel se queda mirando a su dueña. Un pollo es despedazado. Y Stella habla. Habla después de todo lo ocurrido en Un tranvía llamado deseo. Se desahoga. Es la protagonista. Y se lo merece. Amor, posesión y celos. Buenos ingredientes sobre las tablas.


Todos conocemos la obra de Tennessee Williams, si no es por la obra de teatro, por la película, por la aparición de la obra en Todo sobre mi madre de Almodóvar y sino, alguno habrá, por el capítulo de los Simpson en el que Marge volaba por los aires enloqueciendo por Ned Flanders. En ese capítulo, el personaje que no aparece es Stella y Alda Lozano ha querido rendirle homenaje, darle voz a una secundaria que tiene mucho que decir. Post-Stella es, de alguna forma, una tesis teatral sobre el personaje de Stella, sobre su post-personaje.


Esta tesis tiene su perjuicio. Alda Lozano no consigue presentarnos un conflicto claro, nos encontramos más bien con una reflexión, bien escrita y muy poética, sobre los sentimientos del personaje pero nos falta que la historia vaya más allá, saber realmente que ha sido de Stella en todos estos años y conmovernos con ella. Eso sí, las referencias a la obra original son eficaces y atractivas. El estilo country-pop post-moderno que ha querido otorgarle la autora y directora funciona perfectamente, creando un montaje atractivo con carencias soportables. Unas carencias que solventan las dos actrices que suspiran por sus personajes y los defienden con pasión.


Carmen del Conte lleva la voz poética y Mónica Béjar la voz cantante –también ha compuesto la música de la obra-. Del Conte maneja el ritmo de la función y Béjar, cual muñeca, la apoya con generosidad, eso sí, las canciones acaban siendo un tanto monótonas al ser bastante similares unas de otras, pero nos transporta y nos alegra sumergirnos en el country americano de las chicas de bar de carretera de la época, como aquella con la que casi tuvo un desliz Homer Simpson. Ambas derrochan energía y se compenetran a la perfección, aunque sus personajes necesiten un desarrollo dramático más claro.


Post-Stella no aprovecha su escenografía. De hecho, casi toda la obra esperas que algo suceda detrás de las cortinas estrelladas que enmarcan una parte del escenario y poco o nada suceden con ellas. Una de las peculiaridades de la función es la presencia de un perro en escena, algo que podría resultar complejo y arriesgado, aquí funciona a la perfección y le aporta ternura al montaje –se nota que han ensañado con él la función. Alda Lozano se presenta como una directora con personalidad, arriesgada y convencida. Apuesta por lo que le gusta y resulta vencedora en su estilo, aunque todavía le queden muchas cosas por matizar. Irá mejorando, seguro.


Disfrútala dentro de la cartelera del Club YMás.


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