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Brotada, somos unos supervivientes



Gente tóxica. Ganas de cambio. Ganas de evolucionar. ¿Contigo o sin ti? La vida sigue adelante, sin pausa. No tenemos tiempo de detener el tiempo. La vida es aquí y ahora. Lo que no hayas vivido, lo has perdido. Pero tampoco hay tiempo para lamentarse. Más vale perder media vida y vivir la otra media, que vivir una vida entera lamentándote por los cinco minutos que perdiste un día. Reflexiones que brotan de la nueva obra de Iván Bilbao, Brotada, que pone en escena a Silvia Vacas y a Fede Rey.


Edu visita cada día a Ana. Son pareja, o eso parece. Sus encuentros son un maremágnum de recuerdos, conflictos, peleas y bailes de música disco de los 90. Los dos son incapaces de gestionar su vida y ésta se convierte en una tortura de la que no saben salir. ¿Quién es el loco aquí? Ana, Edu o la propia sociedad que nos obliga a vivir según lo establecido.


Brotada es un texto más naturalista que Constelaciones familiares, la obra del mismo autor que comparte cartelera en Nave 73. Ambas son partes de una trilogía sobre la familia que Bilbao tiene entre manos. Nos falta por ver la tercera. Su visión de la misma no parte de una normalidad argumental sino de lo excepcional, de esas familias ajenas a lo común, que viven anclados unos a otros y necesitan escapar de esa nube negra en la que se han convertido sus vidas. Aquí Bilbao opta por dar normalidad a la puesta en escena, por dejar que los intérpretes accionen con mayor libertad y dejar fluir la verdad y la emoción. El montaje peca de lineal salvo momentos en los que los personajes respiran energía y todo fluye a la perfección. Una pena que la propuesta de cámara lenta no esté acompañada por un buen efecto de luz que la haga redonda. El texto, demasiado narrativo en los recuerdos, se podría mejorar para poder entender mejor a los personajes aunque, como siempre digo, quién entiende todo lo que hacemos en nuestra vida. Sin embargo, algunos cambios en la actitud de Edu nos despistan más que ayudan. El desenlace, un tanto previsible, termina de completar una función agradecida interpretativamente pero que podría arriesgar mucho más.


Silvia Vacas y Fede Rey comparten el escenario con generosidad, sobre todo por parte de él que deja que Vacas derroche locura mientras Rey reacciona a lo que le propone su partener. Ambos son solventes y aprovechan el texto de Bilbao y esos encuentros cargados de dolor y de ira. Vacas tiene un personaje complicado y sale airosa aunque debería tener cuidado con la velocidad con la que dice sus parlamentos, a veces, nos perdemos el texto y lo pasa demasiado por alto.


Con una escenografía imponente de Lita Echevarría, a veces demasiado desaprovechada, Brotada despierta ese lado oculto que todos tenemos dentro. ¿Todos podemos ser tóxicos? Y también despierta ese lado humano en el que nos preguntamos, ¿qué seríamos capaces de hacer por la persona a la que amamos?


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