top of page

La tentación de vivir, casi por arte de magia



El azar, ese péndulo que nos mueve, o a veces lo movemos, sin darnos cuenta, a nuestro antojo, teje su maraña en la dramaturgia de Denise Despeiroux. Acostumbrados a que nos sorprenda con sus textos, en La tentación de vivir no nos decepciona. Dirigidos por Agustín Bellusci, el reparto se funde en el escenario, realizando un trabajo completo y ajustado, pero no puede evitarse la proyección de que estamos ante una muestra de fin de curso bien organizada y coordinada. Todo está demasiado plastificado; aunque hay muchas ganas de hacer un buen trabajo, falta verdad.


La tentación de vivir es otra tragicomedia de Despeiroux. La descubrimos con Carne viva en La Pensión de las Pulgas. Nos deslumbró. Aquí, sin cambios de espacio, vuelve a sorprendernos con una dramaturgia donde, de una manera u otra, consigue relacionar a todos sus personajes y los actos de uno afectan al resto de participantes en la ruleta de la vida. Una cirujana, una anestesista, un psicoanalista, dos hermanos, dos lesbianas,… Un amplio listado de personajes, tiernos y humanos, unidos por la mano caprichosa de Despeiroux que los maneja a su antojo para divertir y desconcertar al personal. Historias entrelazadas casi por arte de magia.


El montaje diseñado por Bellusci es sencillo pero efectista. No requiere de grandes diseños escenográficos pero si de un ritmo que acompañe a la trama. Y, aunque en contadas ocasiones la historia se pausa por oscuros y cambios escenográficos, a medida que avanza, nos vamos quedando con buen sabor de boca. Todo se engancha y la historia y su desconcierto también consigue enganchar al espectador, que quiere saber más sobre cómo se empiezan a entrelazar las historias de cada personaje.


Y para crear esa atmósfera de desconcierto el reparto tiene que ser partícipe de no anticiparse. Y lo consigue. Sin embargo, su interpretación se queda algo desangelada. Falta verdad y técnica, algo que hace que tengamos la sensación de que estamos ante una muy afortunada muestra de fin de curso pero, sólo eso. Aunque vemos profesionalidad en la actitud y en la coordinación, falta duende en la interpretación, algo que sí encontramos en alguno de los intérpretes, como Miguel Bosh o Lucía Casado, o en la comicidad de Arancha García-Ormaechea. Otros pecan de velocidad en los textos, como Luis Riera, de falta de control en su cuerpo, como Lara Díaz, o de cierta frialdad, como Gema Garcimartín. Defectos propios de los que están empezando.


Un texto que consigue destacar el lado cómico de las desgracias de cada personaje y de las coincidencias que te cambian la vida, ese punto divertido que todo tiene cuando se mira con el paso del tiempo. Toque surrealista y buena energía en el escenario, el final es un deseo de un mundo mejor. Me gustaría... disfrutar de la tentación de vivir. Gracias.


 Últimas  
 Criticas  
bottom of page