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Blackbird, dudar lo incuestionable



¿Qué pasa en este encuentro? Es genial cuando una obra comienza con la intriga sobre quiénes son estos personajes y qué relación tienen entre ellos. Ese inicio ya atrapa al espectador, lo engancha para no soltarlo cuando la continuación responde al buen comienzo. Carlota Ferrer agarra los corazones heridos de estos dos personajes y les da la oportunidad de decirse aquello que dejaron pendiente. Un texto de David Harrower traducido por José Manuel Mora que pone en tela de juicio una opinión afianzada socialmente. No hay nada más mágico que una obra de teatro que te cuestiona lo incuestionable. Y lo hace con un buen reparto. Irene Escolar y José Luis Torrijo.


Una joven se presenta en el lugar de trabajo de un hombre que sobrepasa el medio siglo de vida. ¿Qué tendrá que decirle? Un fantasma del pasado, esa persona que te has obligado a olvidar pero que tu subconsciente no te ha dejado. Ese humo vuelve a sumergirse en tus pulmones para llenar de negro la vida estable que has conseguido formar pero, el caso es, ¿te mereces esa vida? Ella intentará darte las respuestas, sus respuestas.


Blackbird es un acierto de función en los tiempos en los que parece que todo es delictivo, que todo puede ser cuestionado como ilegal. En estos tiempos, Ferrer decide subir a escena un texto que pone en tela de juicio los límites del amor. Y es que hay límites que, socialmente, no se deben sobrepasar y, en la mayoría de los casos es y debe ser así pero, ¿todo el amor es igual? Una doble moral que consigue que el espectador se cuestione, descalabre su cabeza y se juzgue a si mismo por replantearse lo irreplanteable. El montaje que presenta Ferrer desfila entre lo más cotidiano y naturalista, dos personajes que conversan cargados de conflicto interior, y lo mágico y onírico. Una mezcla que sabe conjugarse descomponiendo las barreras de la escena con mimo y sensibilidad. Una escenografía de Mónica Boromello que deja divisar ambos campos sin perturbar al espectador.


Dos personajes con mucho que decirse. La verdad y lo que ocultan. Lo que solo saben los dos y lo que han callado durante años por no dejarlo a la crítica de los ojos de la sociedad. Irene Escolar y José Luis Torrijo son los encargados de hacernos llegar esta historia. Escolar se encuentra en su sitio, con un punto de ironía que le sienta genial a su personaje, sin grandes aspavientos que hubiesen hecho una Una demasiado sufriente, no era eso lo que se buscaba. Una actriz que habla desde la verdad de su personaje y que sabe descubrir poco a poco todos sus sentimientos. Torrijo, por su parte, luce sus años de profesión y entrega su alma al proyecto. Precioso momento el de ‘Angel’. Ambos hacen una función de a dos con buen tono, un poco plana en algunos momentos –es normal, asistimos a un ensayo general, el montaje crecerá con las funciones-, pero con su justa medida de carga emocional. Ambos intérpretes han cogido con fuerza a su personaje y será asombroso cuando se den cuenta de que todavía les queda mucho por descubrir de ellos mismos.


Ha llegado la hora de hablar claro, de decirnos lo que nunca pudimos decirnos. Ese dolor y ese agujero en el corazón que no nos ha dejado seguir adelante. Y después de esta conversación, de este encuentro nada casual, nada volverá a ser lo mismo. El pájaro negro ya no dejará de volar a nuestro alrededor.


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