Misántropo, el poder de la sinceridad
Hablar de Kamikaze Producciones es hablar de calidad, de verdad, de sinceridad sobre el escenario y en su última producción, Misántropo, llevan esto a su máxima expresión. Misántropo es un personaje atormentado por la falsedad del ser humano. Y este es el pilar fundamental de este montaje.
La fiesta está en el interior, tras la puerta, y en el escenario vemos un callejón sucio, con basura y trastos viejos en el suelo. Quizá todo esto sea una contraposición de ideas, lo que está fuera de nuestro ser, lo externo, es lo visible, lo que podemos lucir. Sin embargo, lo que tenemos dentro sólo lo podrán ver unos pocos, con los que seamos verdaderamente sinceros. Miguel del Arco saca al exterior lo que tenemos dentro en un callejón, saca toda la mierda que guardamos y la pone al servicio del espectador, para que se autoevalue, para que se comprenda a sí mismo.
Es complicado ser sinceros, sinceros al 100%, es más, puede ser negativo en la mayoría de los casos. Por eso, Alcestes, el protagonista del Misántropo, es un ser idealizado, irreal, una utopía deseada por Molière que Miguel del Arco consigue acercar al espectador y lograr que ese personaje que amarga la fiesta sea comprendido por el público.
Poco hay que decir del elenco de Kamikaze Producciones que no se haya dicho ya pero me gustaría destacar en este montaje a Raúl Prieto, que construye en cuerpo, voz y alma a un amigo canalla que lucha por comprender a su amigo y hacerle ver que la vida puede ser mucho más fácil, y a Barbara Lennie, sensual a más no poder y que consigue, contra todo pronóstico, que el espectador siga queriendo a Celimena al final de la obra. Mención especial también para el momento musical de Oronte, interpretado por Cristobal Suárez; muchos guardaremos en la memoria ese criticado Aquí y ahora. Y para la colaboración de Asier Etxeandía, en una canción que te sumerge en los pensamientos de un Misántropo destinado al adiós de la sociedad.