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Los nadadores nocturnos, la compañía de la noche

Ver Los nadadores nocturnos es adentrarse en un mundo desconocido, oscuro, donde descubrirás esa parte honda que no quieres conocer. Es un despertar de sensaciones y emociones desconocidas, otras conocidas pero difíciles de admitir.


¿Nunca te has sentido invisible? ¿Nunca has necesitado un abrazo? ¿Has odiado una parte de tu cuerpo o has sentido el impulso de causar el mal a alguien? En la obra escrita por José Manuel Mora esos sentimientos se dicen en voz alta, se manifiestan sin tapujos. Sobre el escenario nos encontramos con una serie de seres apartados de la sociedad que se sienten normales cuando nadan bajo el agua en una piscina a oscuras. Así se presentan, nadando con unos bañadores negros y gafas de bucear, haciendo coreografías como si fuesen nadadores de sincronizada. Allí pasan la noche, nadando y follando hasta el amanecer.


Los nadadores nocturnos no transmiten solamente con la palabra. El cuerpo, la danza y cada movimiento significa, es un personaje más dentro de

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cada uno. Es una obra sensitiva, con un lenguaje propio y eso es lo que más me atrae de ella. No esperes encontrar algo tradicional. Carlota Ferrer, la directora de este montaje, sorprende. No todo funciona pero arriesga y la mayoría de las veces, gana. Estaremos atentos a sus futuras creaciones.

Una chica invisible, que usa peluca rubio platino para llamar la atención, un hombre paloma, coprófago, un chico responsable y normal, pero que adora la violencia, una chica de buena familia que desea ser madre, un chico que no se encuentra en su cuerpo, una mujer que necesita sentirse querida, “¿Alguien quiere follarme?”, es su frase de recurso. Y, sobre ellos, la sombra del líder del grupo, un hombre de avanzada edad que fue acusado de abuso sexual cuando era profesor. Ahí comenzó el cambio en su vida y la unión de esos hombres alejados del mundo. Su lema, “Cuando oscurece siempre se necesita a alguien”, es fiel reflejo de sus sentimientos.

Con una escenografía simple pero efectiva, los actores se desenvuelven como pez en el agua. No puedo sino rendirme ante Esther Ortega y su tú a tú con el público. Es un lujo ser el elegido, ser esa butaca a la que su personaje, vestida de negro impoluto, le diga “Levántate, ven aquí y abrazame”. Ese deseo universal lo muestra desde dentro, se rompe ante el público. Mención especial también para Paloma Díaz, que se mueve con absoluta soltura y ligereza.

Los nadadores nocturnos te atraviesan el alma. Música en directo, movimientos duros, dañinos, recursos cómicos muy bien añadidos, la introducción del audiovisual,... Un viaje hacia lo desconocido y hacia lo más profundo y oscuro de uno mismo. Una propuesta arriesgada y, aunque es pretenciosa por su manera de comunicarse con el público, no posee unos recursos económicos muy boyantes. No les hace falta. Eso también les hace grandes.


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