top of page
Buscar

Smiley, ¿quién sonríe primero?

  • subidoaunescenario
  • 24 nov 2014
  • 2 Min. de lectura

El teatro es ocio. El teatro son sentimientos. Smiley cumple a la perfección la doble función del teatro, transmitir emociones y entretener. Noventa minutos de carcajada asegurada, en la que la sonrisa no se apartará de las caras de los espectadores. Una historia de amor entre dos hombres muy diferentes entre sí pero con un mismo sentimiento, las ganas de querer y ser querido.


Smiley es algo más que una historia de amor homosexual. Es la incertidumbre del qué pasará, del escuchar al corazón sin miedo a equivocarse. Una obra actual, cercana y muy humana. Alex y Bruno se equivocan, cometen errores y pagan por ellos, no son valientes, viven su vida arrastrados por la rutina y por lo que debería de ser. Aunque habrá algo que les hará cambiar. Un error en una llamada telefónica será ese hilo rojo que los unirá.


Y es que Guillem Clúa, al texto y a la dirección, habla sin tapujos. Recoge el lenguaje de la calle y no se censura. Crea una obra gamberra en la que los sentimientos están a flor de piel desde el minuto uno, tanto para la risa como para la emoción. Smiley podría está destinada a un público gay, y lo está, pero va más allá. La historia que cuenta está protagonizada por dos hombres y, aunque hay muchos tópicos, consigue romper con todos ellos, utilizándolos. Elimina de raíz los tapujos y tabúes y se adentra en los corazones de los protagonistas. Genial idea las “aclaraciones para el público heterosexual” y las conversaciones directas con el espectador ya que hacen que nos sintamos más cerca de los personajes, que inundan de ternura su intimidad. Ambos tienen miedos, ganas de ser felices y ellos mismos son los únicos que pueden conseguirlo. Como la vida misma.


En Smiley destaca sobre todo el gran trabajo actoral. Enhorabuena por el casting escogido. Dos actores muy diferentes pero que aportan todo lo necesario a los personajes y a la historia. Reman en el mismo barco. Ramón Pujol maneja el ritmo a la perfección y crea un personaje tierno y entrañable. Sobresaliente en el monólogo inicial. Mientras, Aitor Merino, es la versatilidad pura y lo demuestra con los diferentes personajes que interpreta. Ambos consiguen crear escenas muy potentes donde la comedía irradia por los poros de su piel.


Divertida, enérgica y optimista. Una obra sencilla en su estructura pero que demuestra que no es necesario perderse en el guión para contar una historia que llegue al espectador que, a veces, lo único que quiere es eso, que le cuenten una historia. Así es Smiley, esa sonrisa que, como dice Alex, “no promete un buen final, pero sí un principio”.

Cartel-Final-Maravillas-716x1024.jpg


 
 
 
 Últimas  
 Criticas  
El que escribe... 
 

Ha sido redactor en la sección de Cultura en El Correo de Andalucía y en el Diario de Sevilla, Jesús Redondo es un apasionado de la cultura en general y del teatro en particular. Además, ha colaborado como crítico en la agenda cultural sevillana Youthing y ahora escribe en la revista SPlus Magazine.

Contacto
 

Puedes enviar un mail a subidoaunescenario@gmail.com o llamar al 647044147 para comunicarnos cualquier estreno, actuación o noticia.

¡Tus datos se enviaron con éxito!

Anunciantes
 

ISi quieres que destaquemos alguna obra de teatro en particular o inscribir algún anuncio en nuestra web, puedes hacerlo escribiendo a subidoaunescenario@gmail.com

  • Facebook Basic Black
  • Twitter Basic Black

Creado en 2014. Conecta con Facebook y Twitter

bottom of page