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La Llamada, fresca comedia musical

La llegada a La llamada es diferente, chicos uniformados del campamento La Brújula te dan la bienvenida y el programa de mano, pancartas con el logo del campamento cuelgan del palco, y se respira calidad. La llamada es un musical juvenil, fresco y que propone un espectáculo con música en directo donde el espectador se siente dentro de la ilusión de los protagonistas.


La llamada comienza con la bajada de escalera de Richard Collins-Moore cantando por Whitney Houston. Elegancia y solvencia en la voz. Javier Calvo y Javier Ambrossi dirigen y escriben en conjunto una comedia que reina por la juventud de sus gracias y por el espíritu juvenil que rige todo el ambiente. Es cierto que el tema que aborda es arriesgado y que a veces la obra se inclina hacia la adoración religiosa, una resolución que los hubiese llevado al infierno de la crítica, pero finalmente, el tema sale bien y sirve de excusa para llegar a un mensaje más social, más humano. Dios es una excusa para reivindicar la constancia y la valentía personal, si deseas algo, tienes que luchar por ello hasta el final. Hay que abrir la mente y ver más allá, sino es fácil quedarse con el mensaje bíblico como ingrediente principal y no lo es.


Con una banda tocando en directo sobre el escenario, y como si fuese un concierto, las actrices con micrófono en mano cantan temas desde el corazón. Un reparto con una edad temprana en el alma y belleza en el exterior. Macarena García y Anna Castillo brillan en su complicidad, incluso hay momentos que parecen improvisados, aunque evidentemente no lo están. La primera, por su parte, vuelve a interpretar un papel donde destaca su fragilidad, pero no puedo sino adorar su mirada, más incluso cuando la tengo a un metro de distancia y veo ese brillo en los ojos y una sonrisa que sale desde dentro, que no está impuesta, sino que se siente. Castillo, junto a Belén Cuesta, son las que más destacan a nivel interpretativo. Anna Castillo es frescura pura y Belén Cuesta es ternura, magnífica en su evolución. Gracia Olayo y Richard Collins-Moore beben de sus compañeros de escena y componen unos personajes vivos y enérgicos, aunque el discurso de Dios que interpreta Collins-Moore es uno de los momentos más críticos de la obra a nivel religioso.


La llamada tiene ese punto cómico inteligente que la hace única. Dios se aparece cantando por Whitney Houston, la monja principal monta coreografías, las dos acampadas tienen un grupo de electro-latino, y la novicia canta por Presuntos Implicados, sintiéndose moderna. Un espectáculo de iluminación, sonido, estética y escenografía que aparenta ser grandioso. La llamada está hecha para que el espectador la disfrute, no se aburra ni un segundo, un ritmo enérgico que a veces la historia vaya deprisa y corriendo y vaya en contra del hilo argumental. Sin embargo, todo llega a un fin común, que el público se levante de sus asientos y aplaudan en la canción final, canten y muevan sus pies al ritmo de la música. Sobre el escenario, la banda se luce, quizá en más ocasiones de las deseadas durante la obra, ya que no sólo están como entes presenciales sino que participan con sus risas y reacciones. Pero al final, te preguntas, ¿se ha cerrado la historia? ¿Qué pasa después de este número musical? Cada uno que se responda a sí mismo.


Calvo y Ambrossi han conseguido, no sin esfuerzo, hacer que La Llamada se convierta en el musical de las últimas temporadas en Madrid. Y no es para menos, su éxito ha sido el trasladar su juventud a un espectáculo en el que la calidad y la experiencia brillan por todo lo alto.

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