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Perdona si te mato, amor, pues no, no te perdono

Nos encontramos ante la primera obra de Carlota Pérez-Reverte en una producción del Teatro Español. Ante nosotros, una escenografía que no deja volar la imaginación y que representa diferentes estancias. Una imagen muy atractiva, vintage y que despierta buenas expectativas. Pero, sin embargo, nos encontramos con una comedia policiaca donde el humor está muy visto y los actores no muestran ningún tipo de verdad.


Algún profesor de interpretación me dijo que la comedia para ser comedia tiene que hacerse desde la verdad, no desde la mentira y en Perdona si te mato, amor todos los recursos cómicos están hechos, con demasiada evidencia, para hacer reír pero los propios actores no se los creen. Personajes muy estereotipados pero sin alma. Alberto Castrillo-Ferrer, que nos sorprendió gratamente en Cabaré de caricia y puntapié, dirige esta historia pero flaquea en demasía.


La introducción me parece muy acertada, esos títulos de créditos fílmicos, aunque demasiado largos, exponen un género, una manera de hacer las cosas. Y después nos encontramos con una obra que bebe del absurdo, del humor negro, de las novelas de Agatha Cristie y del juego del Cluedo. Una historia con un interesante punto de partida, una oficina donde te aconsejan cómo cometer “hipotéticos” crímenes, en la que los personajes más legalistas te sorprenden con un oscuro presente. En la ciudad se están sucediendo una serie de crímenes, cada cual más absurdo, y las fuerzas de la ley, o la vecina del quinto, intentarán hacer todo lo posible por descubrir al asesino.


El comienzo es seductor ya que juega con un género cinematográfico llevado al teatro a la manera de Poncela o los mismísimos Monthy Phyton pero la intención se queda en eso, en sólo una intención. Los recursos cómicos están demasiado vistos y aunque el público muestra sonrisas, la carcajada no es rotunda, es leve, ya conocida. Sin duda, lo que más me llama la atención es la dirección de actores. Están planos, sin credibilidad, demasiado estridentes y pecan del querer hacer gracia. A pesar de eso, logran destacar en esta comedia desacertada Javi Coll, como ese policía torpe y perezoso, y Antonia Paso, como la vecina fan de CSI, aunque el momento que se le cae la bolsa de la cabeza e intenta hacer como si nada, rompe su personaje totalmente. No realizan un trabajo estupendo pero sí aprovechan alguno de los momentos de humor en los que la obra acierta. Pero, sintiéndolo mucho, son pocos.


Uno de los aspectos más interesantes de Perdona si te mato, amor es la crítica que realizan hacia las instituciones de la justicia, policías, jueces,… donde el absurdo tiene un punto realista que duele. Aún así, la nueva producción del Teatro Español no se salva de la hoguera. Como ya he dicho más veces, las producciones públicas deberían dar ejemplo de calidad y aquí, nos vuelven a defraudar. Nos piden perdón pero lo siento, no te perdono.

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