El Eunuco, adaptar o jugar, ¡a jugar!
El estreno de El Eunuco en Madrid viene precedido por su exitoso recibimiento en el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Éxito y sorpresa son dos de los adjetivos a tener en cuenta. Sorpresa porque Jordi Sánchez y Pep Anton Gómez nos ofrecen una adaptación muy poco convencional. Vodevil, música, canciones, coreografías, y risa, mucha risa son los ingredientes principales de una comedia que aprovecha a todo su equipo para llevarlos al Olimpo.
¿Por qué hacer algo convencional cuando se puede arriesgar, jugar sobre un clásico y divertir al espectador? La respuesta la tienen clara los creadores de esta versión libre, ¡y más que libre!, de El Eunuco de Terencio. Comedia grecolatina que tanto Sánchez como Anton Gómez utilizan a su antojo para trazar una historia de enredos en la que despistar y convencer al espectador de que lo importante en la vida es pasárselo bien. Amor, mucho amor, pasión, dinero, dudas, encuentros, desencuentros, descubrimientos,… entre todo esto, un eunuco (para él que no lo sepa es un varón castrado, sin genitales), o un enamorado que se hace pasar por él para conquistar a su dama. Como ya he dicho, enredos, tantos que no me voy a centrar en la historia sino en cómo está contada.
El Eunuco es una comedia de situación en la que, sobre todo, destaca el lenguaje, los juegos de palabras. Divertida, trepidante y vertiginosa a medida que avanza la obra. Los chistes están bien marcados y en su punto., sin saturar pero sin dejar descansar al espectador. No nos aburrimos, señoras y señores. Sobre todo cuando empieza a deshacerse el cubo central de la escenografía y comienzan los números musicales ante los ojos expectantes del público. Canciones y coreografías bien orquestadas y cuadradas. No es para menos cuando descubrimos que detrás de ellas están nombres como los de Asier Etxeandia, Tao Gutiérrez y Chevi Muraday. Letra y música original y sobre todas ellas, una canción, esa balada de amor que canta el soldadillo a su generalísimo. Bravo por Jordi Vidal, que empieza a despuntar a partir de ese momento para brillar con luz propia. También especialmente cómico el dueto homosexual entre ambos militares.
Otro de los grandes aciertos de este montaje lo podemos encontrar a nivel actoral. Ningún secundario se menosprecia ante un protagonista. Todos tienen sus momentos cómicos y su lugar para sacarle brillo al diamante que es su personaje. Son esperpénticos, con un punto de superficialidad que acompaña elegantemente al estilo elegido por el director. Anabel Alonso y Pepón Nieto, de sobra conocidos, irradian comedia. Grandes momentos nos da el generalísimo. Alejo Sauras, aparte de estar ahí por guapo, tiene un punto de frescura muy tierno, sobre todo, cuando lo vemos dudar en las coreografías. Antonio Pagudo, más “huevón” que nunca, se desenvuelve con soltura, aunque no voy a negar que me apetecía ver a un personaje alejado del suyo en La que se avecina. Jorge Calvo, Marta Fernández Muro y Eduardo Mayo aprovechan también sus momentos. Un placer verlos en escena. Mención especial quiero hacer a ese gran descubrimiento que es María Ordoñez. Ya la premiaron en Mérida con el Ceres a la Juventud, y ahora en La Latina sigue luciéndose. Su personaje, Pánfila, divertida, charlatana, un tanto excéntrica pero que viene como anillo al dedo a esta comedia. Enhorabuena a aquellos que confían en nuevos talentos que sólo necesitan una oportunidad para demostrar de lo que son capaces.
Casi dos horas de diversión asegurada en una función muy coral en la que no hay tiempo para aburrirse. Se agradecen las propuestas arriesgadas; no ya por la función en sí sino por la versión de este texto clásico. Si quieren reír, carcajear, aprovechen y regálense este Eunuco.