Constelaciones, el futuro, el pasado, el infinito
“En el amor, las posibilidades son infinitas” así nos adelanta el programa de mano la trama de Constelaciones. Un puzle textual, la repetición por bandera, un presente que se repite de mil maneras distintas y un futuro que se modifica a su antojo. Inma Cuevas y Fran Calvo son dirigidos por Fernando Soto en esta obra de Nick Payne. Una demostración actoral de hacernos ver que hay muchas formas de decir una frase, de construir una escena.
Constelaciones es diferente, original, podría decir que de las múltiples posibilidades que existen para contar una historia de dos, esta es de las más originales y divertidas. Una de las mejores maneras de hacer jugar al espectador. Al principio, puede asombrar, ¿por qué repiten otra vez lo mismo? Pero es un código que me encanta, sobre todo cuando los actores son capaces de darle la vuelta a la tortilla, de reír cuando antes lloraban, de pausar cuando antes aceleraban,… Incluso el sordomudo tiene cabida en esta idea. Lo que en un principio empieza como una comedia se va transformando al drama para volver de nuevo a hacernos reír. El inicio, dos personas que se conocen en una barbacoa, entre salchichas y chorizos, ¿cuándo dirá él que tiene novia? ¿Aprenderá a no decirlo? Sí acaban o no juntos, si sigue o no la historia dependerá de las frases que digan o dejen de decir y, sobre todo, de cómo la digan.
“Sólo somos partículas”, partículas que se mueven a su libre albedrío, partículas que componen dos personajes que tienen dudas, recuerdos, incertidumbre, inquietudes,… En una relación de pareja cabe todo. Constelaciones muestra sus diferentes etapas, rupturas, infidelidades, momentos para recordar, encuentros, y el público las ordenará según su parecer. No me centraré en el final, aunque es uno de los momentos más hermosos de la función, pero sí quiero comentar la sensación que me dio. Entre las múltiples posibilidades de interpretar esta obra, me quedo con que quizá todo esto son recuerdos, las mil maneras de recordar a una persona, una historia,… Sólo nos quedamos con lo bueno, o lo malo lo volvemos menos malo para que nos duela menos.
El trabajo que Fernando Soto propone a sus actores es complejo. Aquí no vale con decir bien intencionada una frase, sino que tienen que darle vueltas para que de todas las maneras suenen reales y creíbles. Y lo consiguen. El talento de Inma Cuevas, chica menuda que arrasa con el escenario, es indiscutible y aquí lo vuelve a demostrar. Sus repeticiones nunca suenan repetitivas y eso es un logro. Fran Calvo acompaña con soltura a Cuevas, y ambos demuestran su generosidad sobre el escenario. Van el uno con el otro y se acompañan sin perderse.
En resumidas cuentas, Constelaciones es un juego de azar, una figura geométrica con múltiples caras. Al salir del teatro, múltiples versiones, otro de los aciertos de Constelaciones, todas son válidas, ¿por qué no? Cada jugador mueve su ficha y gana. El futuro no está escrito y aquí se demuestra que depende totalmente de la decisión que tomes en el presente. Que cada uno componga su propio puzle, seguramente más de una pieza encaje en un mismo hueco.