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Orphans, descubriendo la verdad

Orphans viene precedida por el Premio Herald Angel en el Festival Fringe de Edimburgo así que nos esperábamos algo interesante, una propuesta arriesgada y original. La dirección de Roberto Cerdá (Premio Max 2004 a Mejor Adaptación Teatral) tampoco era mala fortuna. Al llegar a la sala nos encontramos con una historia interesante, de verdades y mentiras, de intrigas y descubrimientos, pero con una propuesta sobria, sencilla y falta de matices. Una ausencia de dirección y de ideas nuevas que provoca que los actores suelten el texto sin ningún tipo de conexión entre ellos. Triste desenlace para una historia que merece mucho la pena.


Una velada nocturna. Una noche de celebración. Una pareja cena con copas de cristal en la mano. En el primer brindis aparece el hermano de ella envuelto en sangre. Sangre de un joven que ha visto herido en la calle. Le dio un abrazo y al verlo salió corriendo. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha huido el herido? ¿Qué hacer? ¿Llamar a la policía o mantener el silencio? Las dudas asaltan a la pareja y estas dudas entre la ética y la familia son las que mantendrán en pie esta obra. La historia va a más, las versiones del hermano van cambiando hasta llegar a un punto en el que no habrá retorno y los tres se verán implicados en algo que la noche no les tenía preparado.


Un thriller se vislumbra entre las líneas de Orphans, ¿qué pasa con ese chico apuñalado? Intriga y tensión son las dos armas fuertes de este texto, que flojean en el montaje de Cerdá. Rafael Rojas compone un personaje muy interesante corporalmente, aunque vocalmente debido a la velocidad de su habla, el público pierde algunas cosas. Es el personaje que crea la historia, que sorprende y que asombra al espectador, quizá más que a sus propios compañeros de escena. A Nuria Aparicio parece que todo le da igual, no muestra ningún tipo de cambio ante los acontecimientos que suceden, a todo reacciona de la misma manera… y eso no puede ser, sobre todo cuando el texto no va en esa dirección. Borja Elgea sube un punto más esa sorpresa, aunque entre la pareja falta conexión a raudales, ¿quién diría que están celebrando algo? Por suerte, Elgea brilla en el monólogo que supone la evolución drástica de su personaje, aterrador. A nivel general, falta proyección y vocalización, una pena que no nos enterásemos del monólogo de Helen, pues parecía interesante.


Una obra violenta en su texto, que va doliendo a medida que avanza la acción, pero que precisamente en esta función peca de lo contrario, de falta de acción. Todo se sucede en torno a una mesa y los personajes parecen anclados a ella. Un montaje demasiado plano que podría haber dado mucho más de sí. Orphans proyecta una situación límite y extrema donde se plantean muchas dudas y cuestiones, ¿es lícito abandonar a su suerte a una persona que no conoces por proteger a un familiar? El texto de Dennys Kelly es muy interesante, atractivo y digno de poner en pie pero parece que la compañía no le ha echado todas las energías necesarias y se ha quedado a la mitad. En el teatro no valen medias tintas, señores, sobre todo cuando te encuentras ante un texto de este calibre. Echemos la carne en el asador y ardamos con ella, sólo así saldrá una función entregada y valiosa. Mientras tanto, nos quedaremos con lo que pudo ser y no fue.



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