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Recortes, dos caras de indignación

Nuria Gallardo y Daniel Guzmán ponen voz y voto a dos seres desgraciados, dos puntos de vista a un mismo sentimiento. Los recortes afectan a todos pero hay seres frágiles que son ocultados por la niebla de una sociedad que les da de lado. Seres que sufren y que se quejan, a su manera. Recortes recoge dos monólogos muy distintos. Frágil y Reflectante de David Greig y Clara Brennan respectivamente, versionados por Juan Cavestany y dirigidos por Mariano Barroso. Recortes es una pieza corta, apenas llega a la hora de duración, que te deja con ganas de más, sobre todo de ver juntos a los dos intérpretes, a los dos personajes, que hablen y conversen sobre lo que opinan de los recortes.


Comenzamos por Reflectante. Vemos a una señora pasar por el patio de butacas. ¿Habrá llegado tarde? ¿Qué es lo que ven mis ojos, lleva un carro de la compra? Sí, lleva un carro de la compra, pero no llega tarde al teatro sino que todos la estábamos esperando. Es Nuria Gallardo que interpreta, como su propio personaje se define, a “una madre entregada y payaso amateur”. Este monólogo de Brennan es tierno, dulce y duro a la vez. Te provoca la indignación desde la tristeza. Esta madre se queja, reivindica y protesta desde la acción. El Estado le ha quitado el derecho a ver a su hija, sin un coche adaptado a la silla de ruedas de la discapacitada no pueden sacarla del centro en el que está interna. La única manera de verla es disfrazarse de payaso y hacer un show donde la vea sonreír. No es justa su situación pero la sobrelleva con elegancia. Nuria Gallardo maneja el ritmo a la maravilla y emociona, conmueve e indigna al espectador de una manera elegante y discreta, casi sin pretensión de hacerlo. Enhorabuena por su trabajo.


Al terminar, una ovación continuada y vuelve a aparecer. Nos explica que en la siguiente escena vamos a tener que trabajar. Me encanta. Vamos a ser el receptor activo del monólogo que protagonizará Daniel Guzmán. La idea entusiasma y divierte al público. Tendremos que leer lo que responde el segundo personaje de la escena. La excusa, los recortes han provocado que no haya dinero para otra actriz. Me entusiasma la idea y nos ponemos a ello. Empieza Frágil. En escena aparece Guzmán, dejado y desgarbado pero con entusiasmo y ternura. Siempre es un lujo hacer de yonki, es el papel estrella de todo actor. Guzmán resuelve lo complicado de la situación con soltura, nos habla y nos reclama. Esta ruptura del código teatral es divertida pero el problema viene con la escena en sí. La idea es espectacular cuando la obra es cómica pero cuando empieza a inclinarse hacia el drama y, además, nos otorgan frases largas, la continuidad y la acción se pierden por completo. Una pena. En cuanto al texto de Greig rompe con todo el disimulo del inicio de la función. Este personaje, quizá demasiado enterado de la vida político-social para ser un ser de la calle, protesta desde el enojo y, aunque Guzmán le aporta un toque especial de cariño, suena demasiado bestia. El teatro debería mostrar otras formas de solucionar las cosas, las manifestaciones, las pancartas y los pitidos ya están en la calle. Enseñemos de otra forma.


Dos caras de una misma moneda. Un teatro veloz, directo y sin tapujos. Recortes es una función que, sintiéndolo mucho, no pasa de moda. No nos olvidemos de los seres frágiles, a veces no sólo son los poderosos los que les dan de lado, la sociedad también se olvida de que son personas y de que sufren, sienten y padecen.



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