Uno, pequeño y libre, el ego hecho espectáculo
Pedro Ruiz presenta, actúa, imita, canta, compone, expone y alienta. Un espectáculo hecho por y para él que divierte en el inicio, cansa a mitad del espectáculo pero consigue emocionar al final. El tándem uno, pequeño y libre hubiese sido genial si se le sumase breve. Me rindo ante la energía de este señor, capaz de aguantar dos horas de intenso trajín pero el espectador hubiese agradecido media hora menos de éxtasis. Según el programa de mano, nadie colabora en este espectáculo –o por lo menos ningún nombre aparece en él-, tan sólo se menciona a una actriz invitada cuyo nombre desconocemos. Querido Pedro Ruiz, los espectáculos no se hacen solos, incluir en tu programa de mano el nombre del pianista o el de la actriz invitada sería un gran gesto de humildad.
He de decir que iba muy reacio a este espectáculo, más que nada porque no me siento cualificado para escribir una crítica sobre monólogos de un personaje popular. Me vendieron este show como “un vodevil amenizado por un personaje polifacético”. Y bueno, con las distancias evidentes al vodevil, es lo que he visto. Pedro Ruiz se convierte en esta obra en el mayor revolucionario del mundo con una crítica política feroz, sin bando ni censura. Ya lo dice en el título de la obra, LIBRE. Una de las mayores honras de este monólogo. Ruiz dice lo que piensa, siente y padece, aunque algunos oídos puedan sentirse dañados –sobre todo por el alto volumen de la microfonía, no necesitabas gritar, Pedro Ruiz-. Sienta a Urdangarín como anfitrión del espectáculo y es cebo de sus críticas junto a Bárcenas y compañía. Sin embargo, aunque necesaria, esa crítica suena a veces manida y repetitiva. Actualidad política, tan actual que mencionó noticias del mismo día de la función, aunque recurrió a la mítica niña de Rajoy, bastante crecidita ya.
Caricato, como lo definen algunos, Pedro Ruiz no se fatiga. En esta función descubrimos que no es un cualquiera. Geniales sus tres anécdotas con Dalí, los preservativos y el japonés. Me hubiese quedado escuchando algunas más. Uno de mis mayores peros es el carácter machista del espectáculo. La actriz invitada, de nombre desconocido, para lo único que se utiliza es para lucir palmito. Minifalda, tanga, demasiados tocamientos,… a veces hasta me llegué a sentir incómodo en sus apariciones por la manera en la que era tratada. Lo dicho, un espectáculo de auténtico ego en el que el espectador se divierte, sobre todo las señoras de avanzada edad, y al que debes ir si te apasiona Pedro Ruiz, pero que puedes ahorrarte si no le tienes mucha simpatía.