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De mutuo desacuerdo, las consecuencias del adiós

Doce años de matrimonio, tres meses de divorcio, un hijo pequeño en común y una custodia. Entre semana en casa de la madre y los fines de semana, en la del padre. Una obra actual donde se presentan los nuevos modelos de familia, tan dignos como los de antes. Los divorcios están a la orden del día y De mutuo desacuerdo refleja esa nueva situación en la que el hijo, con la mochila a cuestas, se convierte en una mera moneda de cambio. En este caso, los padres aprenderán a mediarse entre ellos para convivir sin vivir, para estar de acuerdo, sin estarlo. Toni Acosta e Iñaki Miramón dejan los pijos de Con el culo al aire a un lado para llenar de química y humor esta comedia de Fernando J. López dirigida por Quino Falero.


Después de doce años de matrimonio, Sandra e Ignacio ya no viven juntos, ya no se besan, ya no duermen juntos, ya no llevan juntos a su hijo al parque. Sin saber cómo, tendrán que aprender a sobrellevar esta situación en la que ya no lo son todo el uno para el otro. Ahora él tiene otra chica y ella, bueno, se dejó llevar sin mediar las consecuencias. De mutuo desacuerdo habla de estos nuevos modelos de familia pero también habla de cómo conocerse a uno mismo, habla de la soledad, de la paternidad, la maternidad, la educación, el egoísmo y, sobre todo, habla del amor, porque aunque con una demanda de divorcio de por medio, siempre debería quedar un hueco, un recuerdo, para el amor que hubo y se fue.


De mutuo desacuerdo es una obra sencilla en su estructura, división clásica por escenas, que juega con inteligencia y humor con el hecho de que sólo tenemos a dos actores en escena. Es muy divertida las referencias de Sandra sobre que su hijo es muy despegado, “no sale a vernos nunca”, comenta, y los momentos en los que la nueva novia de Ignacio parece que va a hacer su entrada en escena pero nunca lo hace. Personajes latentes que avivan la escena. Aunque no voy a negar que en algún momento me hubiese gustado conocerlos, también está perfecto que cada espectador se imagine como son.


La pareja formada por Toni Acosta e Iñaki Miramón es de sobra conocida por todos los espectadores. De hecho, es un reclamo más para el público que asiste al Teatro Bellas Artes. Aunque es complicado olvidarse de la pareja que formaban en la serie de Antena 3, lo cierto es que el trabajo que realizan, sobre todo Acosta, también está destinado a ello, y lo consiguen. Iñaki Miramón es único y, de una manera u otra, siempre deja su seña de identidad en todos los personajes que interpreta. Tiene una comicidad y un humor muy suyo. Destaca sobre todo en el monólogo que realiza con un par de teléfonos. Sublime. Toni Acosta, por su parte, divierte de una manera tan fácil que me asombra. La evolución de su personaje la hace crecer escena a escena. Genialmente cómica.


Con todo y con eso, De mutuo desacuerdo no deja de ser lo que es, una obra comercial con un tema actual que no sería lo mismo si sobre el escenario no estuviesen dos rostros conocidos, grandes actores, por supuesto, y con una complicidad demostrada. El texto no tiene grandes aspavientos ni aspiraciones y la dirección es bastante correcta pero sin seña de identidad. Una comedia donde el humor va in crecendo y los actores se engrandecen con él.


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