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La despedida, una vez más

El punto de partida de esta obra es muy interesante. De entrada me recuerda a la película 10.000 km pero aquí los protagonistas están frente a frente y se dicen las verdades a la cara. Los miedos, inseguridades y reproches no circulan por la red, están dichos a los ojos. Un grandísimo texto de Jorge Jimeno, dirigido por Marta Rubio pero con unos actores irregulares, lo que le resta intensidad al drama. Los puntos de comedía, bien medidos, hacen que la situación sea menos intensa y más llevadera por el espectador. Todo un acierto.


Una noche perfecta. El recuerdo de lo que queda de ella en los posos de una taza de café. Presidiendo la estancia, la foto de una pareja que está obligada a separarse. Él pasará todo un año en Australia. A la mañana siguiente, cuando Ana saborea la nostalgia del amor en la distancia, David gira la llave en la cerradura del piso que comparten y se abre una nueva realidad. ¿Todo volverá a ser cómo la noche anterior?


Jorge Jimeno firma un texto brillante, de esos que te hacen reanimar emociones. Realista y humano. Dos polos opuestos, él y ella, pelean sin entenderse. Razón contra emoción, ser realista o vivir una ilusión perenne. Un día más para la pareja que podría ser un regalo pero que no lo es. La sensación positiva, romántica, de la noche anterior se rompe al volver a verse. Sin ninguna duda, no puedo evitar empatizar con Ana. Ella es la sufridora, la que tiene que preparar ese estado de espera, la que pide cariño, generosidad y empatía. La despedida propone una conversación de verdades y mentiras, de intereses, de pistolas, llamadas telefónicas y pizzas.


La dirección de Marta Rubio exhibe una obra dinámica, con constante movimiento y que deja fluir el texto en sus actores. Sin embargo, estos no responden como deberían. Ana de la Hoz está entregada a la causa, despierta emociones y defiende su teoría con absoluta convicción, aunque su discurso suena a veces demasiado monótono ya que utiliza un tono constante. Podría ser mejor con otro compañero de reparto. Entre ellos falta feeling, conexión, sobre todo porque al encontrarnos con Jorge Jimeno comprobamos que el hombre del que ella habla no existe. Es muy complicado que la magia que entre ellos existió la noche anterior, vuelva a aparecer. Con fallos vocales, utilizando siempre los mismos recursos cómicos, no me resulta creíble. Su personaje muestra una falta de sensibilidad constante pero Jimeno hace que caiga peor de lo que debería caer, ya que, de alguna manera, su discurso es realista. Aún así, el texto que él mismo ha escrito favorece que al final lo lleguemos a comprender.


En La despedida nos encontramos con muchas verdades, sobre todo cuando comprobamos que lo que motiva a David no son sus ganas por trabajar en Australia sino que son los impulsos de la sociedad los que le empujan a viajar miles de kilómetros. Tener que realizar ese trabajo no es lo mismo que querer realizarlo. A pesar de sus peros, La despedida es una obra real como la vida misma y que aplaudo por su final realista más allá de los cuentos de hadas.



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