Todo irá bien, una historia de desequilibrados
Una historia ocurrente, una historia de amor peculiar, una historia de amistad fiel y una historia de reconocimiento personal cargada de errores. Todo irá bien es definida como "una comedía anónima sobre gente perdida", una gran definición a la que yo añado, una comedia bruta, sin miramientos hacia sus personajes. José Manuel Carrasco firma y dirige una obra de teatro cruda, de risas y lágrimas, en la que muestra mucho amor hacia sus personajes.
Tenía yo ganas de salir contento y alegre de una obra de teatro, que me gustase al 100%. Todo irá bien no es perfecta, nada lo es, pero consigue que el espectador se sumerja en la vida de cuatro personajes perdidos, que no encuentran su sitio y que, de una vez por todas, estarán dispuestos a encontrarlo, o a buscarlo al menos. Pilar es cajera de supermercado y tiene una “relación” con Miguel, su encargado. El día de su cumpleaños, todo se vendrá abajo y comenzará un nuevo camino para ella. A su lado, viajarán Carmen, su mejor amiga, y Luis, compañero de instituto desconocido por todos. Todos están desequilibrados, a su manera.
Todo irá bien comienza con humor, mucho humor. Humor duro, cruel. Que tu jefe, con el que te acuestas en los descansos del supermercado, te diga que se va a casar y que estás despedida no es plato de buen gusto. Pero todos nos reímos. Los personajes están llevados al extremo y tanto el texto como la dirección de Carrasco consiguen que la risa esté asegurada. La obra lleva un increcendo vertiginoso hasta que rompe y nos encontramos con el drama, la lágrima que sabe que los personajes sufren. Pero aún así Carrasco aprovecha los momentos necesarios para relajar la tensión y despertar una carcajada. El público se ríe con el comentario sorprendente, real y sincero. Tan sincero que nadie se atreve a decírselo a su mejor amigo. Todos los personajes de Todo irá bien tienen su punto original y divertido y se nota que Carrasco los ama. Los cuida y están bajo su protección, aunque los haga sufrir como el que más.
Los actores están siempre en escena. Todo transcurre en la habitación de Pilar y los personajes van entrando y saliendo en su turno. Todos esconden sus verdaderos sentimientos bajo unas gafas de sol. Pilar Bergés construye un personaje poco femenino, brusca pero con corazón. Lleva muy bien el peso de la obra. Laura Barceló, aunque empieza un poco floja, va ganando en seguridad y nos envuelve en su mundo de cartas y certificadas. Juan Dávila compone un personaje muy externo y que a priori podría caer fatal, pero también consigue que nos identifiquemos con él. Por último, Ignacio Mateos arrasa con todo cuando sale a escena. Su personaje es muy lindo y Mateos le da un punto cómico único. Pilar y Luis son una pareja diferente, con los roles cambiados.
Todo irá bien, un pensamiento positivo en “vidas de mierda”. Depresiones, pastillas, suicidios, autismo,… Al final, lo único necesario para que todo vaya bien es conseguir quererse a uno mismo e ir en busca de nuestra propia felicidad. Todo irá bien.