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Edipo Rey, la destrucción de uno mismo

Una mesa, cinco sillas, copas llenas de agua y platos. Comienza la versión de Edipo Rey de Alfredo Sanzol. Los actores se sientan y comienza la tragedia. Una tragedia contada con la voz y con la expresión facial. Hay lágrimas aunque el cuerpo permanezca sentado. Una propuesta, un juego escénico que obliga a los actores a sacar lo mejor de sí mismos sin poder expulsar la fuerza por el cuerpo. La tragedia pasa a través de la garganta. Una versión clara, sencilla y directa del texto de Sófocles.


Volver a las raíces. Esta es una de las premisas del Teatro de la Ciudad, la unión creativa e investigativa de Alfredo Sanzol, Andrés Lima y Miguel del Arco, pilares del teatro contemporáneo español. En esta ocasión, descubrimos a Sanzol con una visión muy personal de Edipo Rey y de la tragedia. Vuelta a las raíces. En Grecia, época de túnicas y coturnos, uno de los ejes centrales de su teatro trágico era la voz, su intensidad y su manera de abordar el texto. Esta base le ha servido al director para crear un experimento que culmina con buena mano, con intensidad y rotundidad. Quizá echo en falta que la emoción de los personajes traspase al patio de butacas pero sin lugar a dudas me ha hecho recordar el origen del teatro en Grecia. Y ese es un buen punto de partida.


La historia de Edipo Rey es cruel, sarcástica y maliciosa. Un príncipe al que abandonan por una profecía. El mismo príncipe huye por temor al mismo mensaje del Oráculo. Al final el destino es el que es y es imposible cambiarlo. Edipo mató a su padre y se casó con su madre. Al descubrirlo, decide borrar la luz de su alma. Su madre, Yocasta, opta por arrancarse la vida.


El trabajo actoral que lleva a cabo el reparto de Edipo Rey es admirable, sobre todo destacable en el elenco femenino. Eva Trancón está espectacular de Yocasta, fuerza contenida en el cuerpo que expulsa a través de las manos y los ojos. Natalia Hernández, por su parte, rompe con un sacerdote consumido por la vida que cuenta la tragedia de Tebas con absoluto dolor. Bastante entregada en el resto de papeles aunque algo robótica haciendo de siervo. Juntas forman un brutal coro a dos voces, perfectamente trabajado. El adivino Tiresias es interpretado por Elena González que también impacta con la fuerza de su voz frágil. Paco Déniz es Creonte, que aporta un punto de comedia en sus sabias explicaciones. Juan Antonio Lumbreras da vida al rey, Edipo. Aunque sus intervenciones son más lineales y neutras, mantienen la fuerza del texto de Sófocles.


Sanzol ha sabido repartir el peso de la obra entre todo el reparto, restándole protagonismo a Edipo y regalándoselo a toda su familia actoral para así repartir la tragedia entre toda la familia real y todo el pueblo de Tebas. Un montaje arriesgado que a ratos podría confundirse con una lectura dramatizada sin papeles pero que impacta cuando los actores se levantan o golpean la mesa. Una gran exhibición de dominio vocal.



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