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Una noche como aquella, amor a tres bandas


El amor tiene etiquetas, esquemas, y romperlas puede ser complicado, sobre todo socialmente. Una noche como aquella es una obra de tres, de tres amigos que divagan, que viven su vida conjuntamente y que, un buen día, se dejan llevar. La historia se repite hasta que son conscientes de lo que han hecho y de a dónde va a parar su historia de cama y pipas en el parque. Nacho Redondo escribe un texto sencillo, con humor, y le otorga la batuta a Chos, una conocida directora que estrena en la Nave 73 la que, para mí, es su mejor obra.


La entrada nos la ameniza la chica del parque, Ana Pi, que con guitarra acústica en mano acompañará a estos amigos a lo largo de su historia de amor. Una noche como aquella es bonita, tierna y cómplice. Patricia, Marcos y Juanlu se ríen, se preocupan, se muestran incógnitos, extrañados. Su historia es realista y todos queremos que salga bien.


Una noche como aquella crea una atmósfera de vibraciones positivas. Buena energía y comunicación en el reparto. La historia fluye con normalidad. Sin embargo, echo en falta que el amor llegue a su punto máximo para después caer. Textualmente parece que sí, que los tres han llegado a una comunidad mágica e irrompible, pero en escena nunca llegamos a ver una relación perfecta de tres. Quizá ahí está su realismo, en que los tres nunca llegan a ser uno. También echo en falta ver qué pasa después del primer encuentro. En el texto de Redondo el tiempo pasa demasiado rápido y el público se queda con ganas de más. Hay cosas que me gustaría ver y no veo. Mi imaginación tendrá que trabajar. Gracias.


¿Es posible vivir un trío como forma de vida en el amor? Este es el planteamiento que se cuestionan estos tres amigos, que si de algo pueden presumir es de disfrutar de una hermosa amistad. La dirección de Chos es calmada, dando a cada momento su espacio y dejando que los actores disfruten de la historia que cuentan. Nahia Láiz tiene un control de las emociones brutal. Es consciente de lo que quiere transmitir y lo consigue. No cae en la lágrima fácil. La esconde y llega de igual manera. Nacho López es natural como la vida misma. Es un lujo verle en este proyecto. Por su parte, Nacho Redondo tiene una comicidad propia, natural, intuyo que le otorga mucho de él mismo a su personaje, tanto que a veces pierde la conciencia de que está encima de un escenario y su cuerpo se muestra vacío, con una dejadez excesiva. Los tres están geniales en los monólogos junto a la chica del parque, muestran el estado más íntimo y sincero de su personaje.


Una noche como aquella es una buena propuesta para las noches de los sábados. No hay cuerpos desnudos pero hay amor, amistad y música. La aportación musical es exquisita. Las letras de las canciones conducen al espectador hacia lo más profundo de la historia escrita por Redondo. ¿Qué pasará después de todo esto? ¿Se perderá la amistad o se verá reforzada? Habrá que vivir una noche como aquella para saberlo.


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