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Vooyeur, experimento de nuevos jardines


Una de las funciones del teatro es provocar y bajo esta intención construye Patricia Jordá Vooyeur. Dirigido por Luis Andrés, este espectáculo itinerante distribuye escenas que, en tono de comedia, pretenden abarcar diferentes visiones del sexo y de la excitación sexual. Un espectáculo en el que se puede ver pero no se puede tocar, “una única regla en un mundo lleno de libertades”. Lilif es la verdadera primera mujer, llevada al infierno por lujuriosa, nos presenta un mundo lleno de Adanes y Evas que lo único que pretenden es desearse, tocarse, amarse y descubrirse.


En este viaje a través de las sensaciones nos encontramos con diferentes escenas. Nos dividen en grupos y vamos entrando y saliendo del teatro para ver momentos de vida en diferentes espacios. Desconozco si todo el mundo pudo ver todas las escenas pero a mí me tocó –dentro de las que estaban fuera del espacio teatral tradicional- un marido que reaviva la llama del amor de su esposa a través de una webcam y una de las mejores escenas del montaje, el reencuentro de una pareja de infancia que se vuelven a descubrir, a oscuras.


El resto de escenas transcurren en el teatro y son todas muy curiosas, diferentes maneras de abarcar un mismo tema, el sexual. Dos compañeros de escena que descubren, juntos, el verdadero significado de sus versos. Una pareja que decide hacer un trío, sexualmente patética y muy divertida. Y, por último, el furor de la literatura sexual, del porno fálico y de la fruta afrodisiaca entre un escritor y su editora. Vooyeur es un montaje vivo, seductor, con capacidad de excitación, de temperatura alta, entretenido e imprevisible. Un experimento en el que el público son cobayas con los ojos bien abiertos.


A nivel actoral, todos están en su sitio. No hay nadie ni que destaque sobremanera ni ninguno que se quede atrás. La comicidad está en cada escena pero podría destacar a Alda Lozano en una escena realmente refrescante. También destacan el trabajo actoral de Iban Malo y Carmen del Conte. La dirección de actores que realiza Andrés está más preocupada del objetivo de la obra que el de que el reparto realice un trabajo intenso. Aún así consigue lo que se propone y el público sale de Vooyeur con fiebre. Un tema diferente que podría haberse quedado en obsceno pero que aquí es tratado con humor y elegancia.


Vooyeur es un espectáculo novedoso pero que pierde magia y agilidad en su principal novedad, la de mover al público hacia los diferentes espacios. Samuel Pérez y Alberto Rivas intentan mantener el estilo y la atmósfera de la obra pero hay muchos tiempos de espera que hacen alargar el montaje más de lo necesario llegando a casi las dos horas y media. No se hacen pesadas pero el montaje podría ser más ágil para no tener que superar las dos horas de montaje. Se agradecería.


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