Hard Candy, una caperucita muy salvaje
Hard Candy es una historia que no te deja indiferente. Peligrosa, dura, sádica, fuerte, cruel y tremendamente actual. Un cuento sencillo donde el lobo es secuestrado por caperucita para que esta se lo coma vivo, por tantas otras veces como éste se comió a la niña en los cuentos. Hard Candy es complicada de ver, a veces hasta dolorosa. Pero despierta sensaciones nuevas y eso atrae, te guste más o menos la temática. Pederastia, Internet, niñas, adultos, venganza. Julián Fuentes Reta dirige este texto de Brian Nelson, traducido y adaptado por Lola Blasco. En la piel de estos seres socialmente incorrectos se meten Olivia Delcán y Agus Ruiz.
Me encanta el momento en el que estoy viendo una obra y me pregunto ¿qué quieren estos personajes? ¿Qué buscan? ¿Qué pretenden? Eso significa que la obra tiene recovecos en los que adentrarse, en los que descubrir cosas nuevas, diferentes. Hard Candy tiene eso pero, además, cuando vas entendiendo lo que buscan los personajes, el infierno se hiela y la piel se vuelve de gallina. Hard Candy es la historia de una conversación internauta entre una estudiante adolescente y un fotógrafo adulto. Una conversación que acaba en encuentro y en encuentro que termina en desencuentro.
El montaje que nos propone Fuentes es un montaje desgarrador, sin censura y fiel al tiempo en el que vivimos. La música tiene un poder exquisito y aporta de manera clave a la historia. Pedofilia, sadomasoquismo, castración química o no, ¿cuál es la solución para que un pedófilo no vuelva a abusar de una menor? ¿Podrá una niña de catorce años encontrar ese punto y final? La historia de Hard Candy va creciendo hasta llegar a límites insospechados, los personajes se revolucionan y dan mucho más de lo que esperábamos de ellos en un principio. Sin embargo, no llego a entender algunas reacciones de los personajes, como cuando él logra desatarse y, aparentemente, se deja volver a atar entre lágrimas. En algún momento llegué a pensar que todo era un juego sadomasoquista.
El trabajo de Olivia Delcán y Agus Ruiz es entregado y sin barreras pero podría ser mucho más realista. Delcán le otorga a su personaje un punto de locura excesivo. Está claro que muy cuerda no puede estar para hacer lo que hace pero se hubiese agradecido algún momento de cordura para hacer más creíble y motivador a su personaje. El exceso resta credibilidad. Ruiz, por su parte, empieza muy flojo, incluso hay que hacer algún esfuerzo por escucharlo cuando hay música de fondo, pero poco a poco se crece hasta llegar a un alto nivel interpretativo, pasando por muchos y variados matices.
También me hubiese encantado encontrar un momento final en el que descubrimos el germen de la venganza, más allá de una intención de limpieza social de abusadores y pedófilos. El final circular es genial y la obra en sí deja un poso de amargura y desazón que no se va en un segundo. Intenta provocar y lo consigue. Un punto a favor, el desnudo integral es de él y no de ella, en contra de la costumbre española. Rompiendo moldes. Carpe Omnius, disfruta a tope.