Topos, órdenes de arriba
Por definición, los topos tienen la vista corta, el olfato muy agudo, son muy voraces y viven bajo tierra. Los topos de esta función miran de cerca a su competidor aunque rara vez declaran haberlo mirado, huelen hasta devorarlo y viven bajo la luz del día pero taponados por la excusa indiferente de la órdenes de arriba. Roberto Santiago y Eva Redondo escriben y dirigen este drama laboral y social en el que todos tienen algo que esconder, que callar.
Topos es la historia de cuatro personajes aparentemente independientes que poco a poco unirán sus vidas en un puzle donde la mentira es una pieza fundamental. Una periodista becada, una trabajadora servicial, un famoso escritor y un policía con aires de corrupción son los cuatro protagonistas donde la periodista es hija del policía, la chica servicial su mujer y el famoso escritor un fantasma del pasado que ensalzará la carrera periodística de la becaria con unas declaraciones crueles y sinceras. Una entrevista que la llevará al éxito.
Eva Redondo y Roberto Santiago han querido poner voz a una situación laboral donde todo vale con tal de escalar a la cima de la empresa, han puesto voz a los bajos fondos policiales y a la estafa de algunos héroes sociales. Son tan sólo ejemplos pero que prometen estar basados en hechos reales.
El montaje de la compañía Nueve Novenos con el respaldo del equipo del Nuevo Teatro Fronterizo tiene una estructura sin linealidad temporal donde los saltos en el tiempo son otra manera de hacer llegar la historia y de, como siempre, ir descubriendo al espectador cómo han llegado cada personaje al momento presente. Eficaz elección aunque su resultado final peque de lentitud. La historia de Topos es apabullante, realista y actual. Tiene unos entresijos sociales complicados que mantienen al espectador con ganas de descubrir qué nos quieren contar con esta historia y qué guarda cada personaje oculto bajo la chaqueta.
El equipo actoral está bien fusionado aunque es algo inestable a nivel individual. Todos observan las escenas que suceden en los diferentes puntos del escenario. Gabriel Ignacio otorga a su personaje un aire exótico que le queda estupendo, lo hace atractivo e interesante. Todos estamos deseando escuchar lo que nos tiene que decir. Eva Redondo está fría, demasiado estática. Son cualidades propias de su personaje en bastantes momentos de la obra pero serían más eficaces si se rompiesen en los momentos que lo necesitamos. Carmen Soler cumple notablemente con su cometido con un punto de comedia medido con exactitud y dramático cuando le toca. Paco Díaz, por su parte, compone un cliché demasiado visto del típico policía violento y corrupto. El físico le acompaña pero el espíritu es creado, impostado, superficial. Además, hubiese sido más interesante dejar su lado negativo más oculto de cara a la sorpresa final.
Topos deja una reflexión en el espectador. ¿Hay que cumplir las órdenes de arriba pese a todo? Cada uno puede hacer lo que crea conveniente pero tiene que tener claro que todo conlleva unas consecuencias. Todo pasa factura.