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A grito pelao, energía, cuentos y rock&roll


Cuando un espectáculo está dedicado al disfrute del personal, hay que vivirlo al 100% y Cristina Medina no se queda corta. Derroche de energía, desparpajo y garbo son ingredientes naturales de esta actriz que monologa y canta para que el espectador se sienta único. Blancanieves nunca ha tenido tantos enanitos. Medina se acompaña de una banda que se divierte en el escenario y con la dirección de Joan Estrader el resultado es un monólogo conciertado –esta palabra no existe pero me viene perfecta- donde hay espacio para todo, el flamenco, la magia, humor a borbotones y la improvisación. Y es que, enanitos, este cuento os va a gustar.


“Un tsunami de sensaciones”, así se presenta A grito pelao, un espectáculo desgañitado que confirma que Cristina Medina es una artista única, multidisciplinar. Lo mismo te canta, te recita, te baila, te hace magia, te cuenta un chiste o te canta una saeta,… Pocas cosas se le resisten… O si se le resisten, ahí está ella para solventarlo. Ni es la que mejor canta, ni la que mejor baila,… pero no le hace falta.


Hay una cosa que Cristina Medina consigue en este espectáculo, ganarse al público desde el minuto uno, y cuando tú te tienes al público ganado, todo fluye con naturalidad, sin nervios, sin censura. Su complicidad con el espectador se hace evidente. Y es que aunque nosotros no sepamos ni donde estamos, si en un monólogo, en un concierto, en un cabaret,... el show que nos presenta A grito pelao nos encanta y lo disfrutamos. Y está hecho para eso, para que nos dejemos llevar al mundo de sensaciones, vibraciones y sentimientos que nos propone Medina. Ella es brusca, borde, vulgar, “me estáis dando la noche”, repite pero dice cosas que muchos pensamos pero no nos atrevemos a verbalizar.


Como espectáculo, A grito pelao es bastante constante, con subidas y bajadas de ritmo que provocan que el público pueda descansar de tal terremoto. Sin embargo, hay canciones que no están del todo conseguidas, que chirrían un poco en este escenario. Otras son potentes como la que más, propias de un concierto de rock, de heavy o de una fiesta de los años 80, y alguna, como la flamenca que canta a capella, crean un mundo mágico que pone la piel de gallina al espectador.


Al príncipe ni está ni se le espera, un alegato a la mujer libre. La Blancanieves se convierte en bruja y realiza su entrada con una canción rodeada de versiones “choni” que casi me hacen levantar de la butaca. Previamente, la banda casi rompe sus instrumentos en un solo que demuestra toda la valía de Los gusanitos de Teruel.


Y de esta manera, descubrimos al enanito que llevamos dentro y nos alegramos cuando al llegar de trabajar nos encontramos con este panorama. Blancanieves, mientras cocina, barre y hace las camas, canta, baila y nos dice las verdades a la cara, nos las escupe, juega con nosotros y se divierte. Gracias por esta estupenda noche, Cristina.


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