Dignidad, ¿existe ética y moral en la política?
La corrupción es un tema candente y que se ha tratado en el teatro desde las obras más clásicas del teatro griego hasta la actualidad. Pocas veces lo he podido ver tratado desde el punto de vista que aborda Ignasi Vidal en la obra Dignidad. La política se vuelve humana y el político persona. Persona, amigo, leal o desleal. Dos polos opuestos se enfrentan a un teatro dialogado, donde el texto lo es todo y donde las tripas saldrán a relucir aunque queramos esconderlas debajo de la piel. Pablo Puyol y el propio Ignasi Vidal ponen en pie este texto bajo las órdenes de Juan José Alfonso.
Después de una merienda-cena en el estupendo restaurante de los Teatros Luchana, nos adentramos a lo misterioso de su sala. Ante nuestros ojos, una entrevista a un político. Palabras y promesas vacías que suenan a repetidas y poco creíbles. Las palabras de un político de cara a la galería. Después de esto, aparece el responsable de la organización y con dos copas de whiskey conversan sobre su presente, su pasado y su futuro.
Todo el peso de Dignidad recae sobre el texto que Vidal ha escrito con acierto y aplomo y sobre dos actores que abordan su trabajo con entereza y energía. Dignidad es una obra necesaria. Necesaria porque presenta valores y los pone en bandeja, porque expone las dos caras de la moneda y porque presenta dos personajes antagónicos que han sido amigos toda su vida. Presenta excusas y expone razones. Excusas que no justifican y razones que convencen. No quiero desvelar mucho de la obra porque perdería el jugo y el asombro del espectador pero sí me gustaría destacar la estructura de la obra y como la orquesta maneja el piano para llegar a un forte exquisito.
Dignidad presenta a dos personajes completamente opuestos e interpretados por dos actores con estilos diferenciados. La rectitud de Pablo Puyol frente a la naturalidad de Ignasi Vidal. Una rectitud, la de Puyol, que tiene una razón de ser. Todo lo que guarda durante la extensa primera parte de la obra, esa frialdad y contención, lo sacará en una explosión de ideales y valores. Un personaje que, tristemente, es tan perfecto como increíble. Puyol se muestra inseguro en su estreno, duda en el texto y sentencia cuando habla pero estoy seguro de que cuando adquiera la soltura que necesita este personaje podrá realizar uno de los trabajos más maduros de su carrera. Energía y empaque no le faltan. Vidal, por su parte, realiza una interpretación más segura y muestra una evolución en su personaje muy creíble. Se desenvuelve como pez en el agua dentro de esta pecera.
Una reflexión sobre el poder, la justicia y la amistad que revela las malas artes de nuestros políticos. Dignidad empieza con lentitud, le cuesta arrancar pero cuando el motor llega a la quinta marcha no puedes apartar la mirada de un trabajo que, aunque estoy seguro que mejorará con las funciones, aporta muchas novedades al panorama teatral de la ciudad, sin necesidad de grandes aspavientos.