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Riener, un triste estercolero, un cementerio de niños



“No se puede ser siempre feliz pero sí se puede ser un desgraciado toda la vida”, estas palabras ilustran perfectamente la obra que la compañía Mujeres en shock presenta los jueves de septiembre en La escalera de Jacob. Dirigidas por Rafael Negrete estas chicas se entregan al drama y a la destrucción social acompañando al público a un viaje sin retorno, a una caída al abismo de la cordura.


Escrita a partir de la obra El matrimonio Palavrakis de Angélica Liddell, Riener es una drama sobre la vida en sociedad, sobre lo complicado que es integrarse en este mundo y sobre el amor. Aunque no lo parezca, Riener también habla del amor, de un amor oscuro, negro, de un amor manchado de petróleo. Un amor manchado por el miedo a la soledad, a la maldad y por un mundo que, ante los ojos de las protagonistas, es ruin y mezquino.


Palabras duras y fuertes son las que se escuchan en esta obra. Angelica Liddell no deja de sorprendernos. La adaptación que lleva a cabo la compañía precisa de cierta modificación para hacerla más inteligible. La figura de la azafata-narradora no acaba de terminar de cuajar y hay momentos en los que la dirección ahonda en la intensidad y el dramatismo sin dejar al espectador ningún aliento para descansar, provocando que el texto quede rebuscado y poco natural. A la historia le falta mostrar momentos que el espectador necesita. Necesitamos ver en escena la relación de las madres con su hija, el porqué de esa dureza con la que la tratan y el porqué de la pena de la niña. También necesitamos que las escenas queden más fusionadas, nos parecen demasiado aisladas unas de otras. Aún así las actrices consiguen que el espectador se sumerja en su mundo de putrefacción y muerte.


La introducción tipo cabaret que presenta la obra queda aislada dentro de la trama principal. Sustituible. Después de esto, nos encontramos con una danza bella estéticamente pero que no engancha con la historia. Macarena Torres interpreta a esta azafata que no termina de encontrar su sitio. Lo mismo es narradora, que una bruja malvada que una irónica maestra de ceremonias. Un personaje indefinido que acaba por tener un peso vital en la historia y en el desenlace de la misma. Elisa Cano tiene un dramatismo constreñido, le falta liberar esos sentimientos que tiene guardados. También definir más sus movimientos. Anna Naya tiene mucha fuerza y profundidad en algunos momentos, aunque no termina de hacernos entender el porqué su personaje sigue en esa casa. El personaje infantil corre a cargo de Ana Luque, que no acaba de concretar la edad del mismo. Una niña que dice palabras de mayor, ¿podría una niña decir estas palabras?


Un texto sin esperanza, una vida sin esperanza. Un viaje por un estercolero en el que los personajes se hunden y son hundidos, aunque intenten salir a flote. Riener es compleja pero ahonda en temas difíciles de tratar, como el maltrato, la pedofilia, la locura,… y sale airoso.


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