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Sólo con tu amor no es suficiente, historias de religión



Historias de ascenso y superación, historias de lucha, historias de religión. Cracovia, Japón, Italia y España son los tres marcos en los que transcurren estas historias que nos adelanta Iñigo Guardamino es su texto. Sólo con tu amor no es suficiente también habla del amor desde un punto de vista no romántico, el amor de un hijo hacia su madre que es capaz de llegar a extremos inverosímiles pero creíbles, el amor de una presa hacia su carcelero o el amor de la devota hacia su ser superior. Juana Cordero preside un reparto que se desenvuelve con solvencia por este extraño viaje.


Karol Wojtila, dramaturgo convertido a Papa, y el jesuita vasco Pedro Arrupe son dos de los personajes reales que protagonizan esta historia. Pablo, un joven animador que intenta ser actor, y unas siamesas llenas de vida, Megumi y Edurne, son personajes creados para una ficción que bien podría ser real. O al menos lo parece. La religión se convierte en protagonista de las historias de Wojtila y Arrupe y la creencia de lo imposible en las vidas de Pablo y las siamesas. Al final y al cabo la misma moneda con un giro distinto.


Sólo con tu amor no es suficiente está plagada de grandes frases destinadas a convertirse en frases hechas, y si lo son, yo lo desconozco, todo un acierto por parte del autor. La obra, que transporta al espectador a un viaje intercontinental y que cree desde principio a fin, peca de indefinición. Comedia negra, teñida a veces de un humor absurdo y surrealista con unos toques naturalistas que no terminan de definirse y momentos de drama que no son llevados a sus últimas consecuencias. Aun así crea historias que enganchan al público y lo transportan hacia mundos desconocidos. Es interesante la visión de la religión que transmite la obra, pasando de la crítica a la hipocresía de la Iglesia a la creencia más ferviente, haciendo un alto en el camino por lo místico y la magia negra. Las tres historias tienen puntos fuertes que levantan la obra pero sin duda el mejor momento es el de Pablo con el curandero. Tremendo e increíblemente realista. El autor arriesga en esta escena y lleva su idea hasta el final, algo que debería haber hecho en toda la obra, que desemboca en un final que se le va de las manos.


Muy acertado y gran construcción de personaje el que realiza Juana Cordero como Pedro Arrupe. Presencia y solvencia. Elton Prince sobresale cuando hace de curandero, divertido y mordaz, pero necesita mayor distinción al interpretar a Juan Pablo II. Javier Prieto está correcto pero le falta emoción, mejora en el monólogo de la manifestación. Es protagonista de las mejores escenas de la obra. Por su parte, Esther Acebo y Ana del Arco componen unas siamesas divertidas y tremendamente absurdas, algo que pudo ser pero que nunca se dio. Ana del Arco pellizca el corazón cuando aparece en soledad.


Iñigo Guardamino realiza una apuesta arriesgada con esta obra, una temática diferente y consigue impregnar al espectador de algo novedoso. Sin embargo, el resultado final no cautiva en demasía. Necesita mayor definición y que las historias tengan un desarrollo con más chispa ya que a veces llega a alcanzar una lentitud evitable.


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