Capricho, una atormentada isla paradisiaca
Un fin de semana “de puta madre”, un jefe, la aparentemente mujer de este, dos empleados y una isla. Caballos, helicóptero, un yate, un cuadro colgado en la pared, sándwich de atún, confesiones,… Todo ello aderezado con alcohol y drogas. Capricho tiene acento argentino y estilo del país del tango y el mate. Una obra coral, creada por el reparto y el director, Toni Ruiz, en el proceso de ensayos, algo que se nota en la fluidez de las conversaciones. Breve pero intensa, con fulgor en las tripas de los personajes. Caprichosa.
Fingir que todo está bien, ese es el lema principal de estas dos parejas en este fin de semana. Por su estatus profesional, las dos tienen que mantener buen tipo, los empleados ante su jefe y su jefe ante sus empleados. Si se trata de poner buena cara, ¿quién lo conseguirá? El alcohol y las drogas no serán buenos aliados en esta batalla. Falsedad, superioridad y mujeres que se sienten pequeñas ante hombres acomplejados.
Capricho consigue embaucar al espectador en una celebración donde ninguno de los invitados está realmente a gusto, aunque a simple vista no lo parezca. La obra compuesta por el equipo artístico sin un texto inicial sigue una línea temporal que se rompe en contadas ocasiones. Momentos en los que el tiempo se acelera y otros en los que se detiene para que podamos ver los verdaderos sentimientos de los protagonistas, algo que no es estrictamente necesario ya que los actores consiguen que los espectadores sintamos que algo oscuro y doloroso hay en sus corazones. Esas pausas nos desvelan qué es concretamente lo que les tortura como individuos y como pareja, momentos íntimos que nos aclaran su fulgor interno. Un código teatral un tanto desacertado, no por el hecho en sí de las pausas que son estupendos sino porque sólo pasa en dos ocasiones y el espectador no logra adaptarse a él.
La isla se hace pequeña cuando los personajes no logran salir de ella. Capricho es una comedia delirante, los personajes dicen lo primero que se les pasa por la cabeza, aun así, callan más que hablan. Irónica y perversa, con un punto justo de melancolía y tristeza.
El reparto es devorado por unos personajes atractivos, unos pasados de rosca Natalia López y Fernando Nigro y un poco más naturalistas Chema Abellón y Victoria Facio. Los cuatro componen un mural donde la historia se desliza atravesando sus almas, hay verdad y sentimiento en sus interpretaciones. El alcohol y las drogas hacen que sus sentimientos se pongan a flor de piel y que los personajes acaben quitándose las máscaras.
Una historia que podría alargarse y unos personajes que tienen todavía mucho para dar de sí, al público le gustaría saber cómo será el segundo día en este fin de semana inolvidable y, por supuesto, como cada uno volverá a sus vidas laborales haciendo como si estos días no hubiesen existido.