Los caciques, cuentas y cuentos
“Los españoles no seremos felices hasta que no acabemos de una vez para siempre con los corruptos”, esta frase se escuchó hace casi un siglo en el Teatro de la Comedia de Madrid. Carlos Arniches escribió a principios del siglo XX esta comedia farsesca que Ángel Fernández Montesinos actualiza y trae al Teatro María Guerrero descubriendo que todavía, cien años después, los españoles seguimos siendo infelices. Juan Calot, Fernando Conde y Marisol Ayuso son la voz de la experiencia y la comedia en un reparto solvente aunque irregular.
Ante nuestros ojos se nos presenta un ayuntamiento corrupto, con un alcalde que se beneficia sin compasión y que no tiene dinero ni para sanidad, ni educación ni cultura. Sus súbditos lo alaban y apelan a la voz de la experiencia. Treinta años en el cargo son dignos de mención, tres décadas que han hecho que el dinero de las arcas públicas haya ido a parar a los bolsillos de unos cuantos ciudadanos privilegiados. Ante el asombro de los presentes, un inspector amenaza con llegar a la ciudad a comprobar que todo está en orden.
Los caciques no paran de recordarme a El Inspector de Gogol, una obra que hice en mis inicios. Me trae buenos recuerdos. La rabiosa actualidad de esta pieza de Arniches es digna de mención, y la actualización llevada a cabo por Juanjo Seoane y el propio director hacen que cualquiera que desconozca la autoría del texto crea que es completamente contemporáneo. Todo un logro por parte del equipo de Los caciques. Una muy buena comedia textual, con líneas que despiertan la carcajada del espectador, sobre todo cuando están tan bien dichas y con tan buen ritmo como lo hacen los actores más veteranos.
Frases como “La ley es una cosa que me permite poner multas” o “El dinero siempre viene bien por muy negro que sea” pueden ser escuchadas ante la risotada de los presentes. Una comedia de enredos clásica, sin ningún ápice de innovación ni de riesgo pero que cumple su función: entretener al pueblo llano y llenar de crítica el escenario.
El reparto que pone voz y cuerpo a un texto cómicamente exquisito está encabezado por Juan Calot, Marisol Ayuso y Fernando Conde. Los tres llevan el ritmo de la comedia con sabiduría y están espléndidos en sus papeles, haciendo que el resto de los compañeros brillen en algunas ocasiones pero queden muy por debajo en otras. Juan Jesús Valverde y Raúl Sanz aprovechan sus intervenciones y divierten al espectador. Óscar Hernández flojea al principio pero a medida que avanza la obra mejora la lentitud de su ejecución creando un personaje absurdo propio de los hermanos Marx. Personajes poco favorecidos son los que tienen los enamorados interpretados sin gracia por Alejandro Navamuel y Elena Román, personajes clásicos que tendrían que haber tenido una mayor actualización para poder destacar y no quedar en un gris indefinido. Lo mismo le sucede a Víctor Anciones que interpreta a un doctor insulso y prescindible.
La historia de Los caciques es el colmo de la corrupción, el caciquismo llevado a sus últimas consecuencias, una comedia llena de absurdos que, tristemente, no suenan tan increíbles.