Carne viva, un puzle perfecto
Sinceramente, a veces no hay nada mejor que no saber absolutamente nada de la obra que vas a ver. Con Carne viva me pasó y fue una absoluta sorpresa. Ni siquiera me leí el programa de mano, que ya te anticipa la amalgama dramatúrgica que Denise Despeyroux expone en La pensión de las pulgas. Un experimento, una muestra de capacidad y dominio de la escritura y un bagaje interpretativo que el equipo de Carne viva concentra en este puzle perfecto. Tres maneras de ver la obra dependiendo de por que sala comiences la historia pero supongo que las tres igual de sorprendentes.
Yo comencé por la habitación de la Hipnosis, aunque haré una sinopsis general. Una comisaría de policía subalquila sus despachos para poder hacer frente a la crisis. Por un lado, a una hipnóloga y, por otro, a una profesora de danza contemporánea. Entre las tres salas, transcurrirá un compendio dramatúrgico que oscila entre la comedia más surrealista, el melodrama e incluso el thriller. Todo puede pasar en esta comisaría de policía de integración hispanoargentina.
Sin lugar a dudas, lo más destacable de esta obra es el trabajo dramatúrgico impecable que realiza Denise Despeyroux. Una comedia donde la interrelación entre las tres salas es indispensable. Una actividad simultánea que deja al descubierto el segundo aspecto destacable, el control del tiempo y del ritmo que tienen todos los actores de la obra en general, más allá de su personaje en concreto. Una sorpresa total Carne viva, capaz de mantener en vilo al espectador desde el minuto uno y deseoso de comprobar qué está pasando en el resto de la comisaría durante las más de dos horas de espectáculo. Hilos conductores como las tormentas o los cortes de luz serán esenciales para marcar esa fusión.
“El universo conspira para que nuestros deseos se cumplan”, una frase de Pablo Coello que es el punto de partida de esta creación y la justificación de toda la acción de esta comedia. Hechos inexplicables que se quedan sin explicación, sobre todo porque los espectadores, al terminar la función, conseguimos saber más que los propios personajes.
Si la dramaturgia es sorpresiva, no lo es menos el trabajo actoral que realiza el reparto. Trabajo exhaustivo –repiten tres veces la función- el de cada uno de los nueve intérpretes. Precisión milimétrica y concentración absoluta, una experiencia que a todos nos encantaría vivir. Un elenco donde todos ocupan su lugar manteniendo un nivel interpretativo estable. Personajes llevados al extremo y en un complejo trance constante. A lo largo de los tres espacios conoceremos toda la trayectoria de los personajes y las razones de algunos de los comportamientos. Genial Vanesa Rasero como Mía, Agustín Bellusci como el Comisario Torres y Fernando Nigro como el Inspector Bermúdez, por ellos la historia pasa tocada con mimo. También destacable el punto de incredulidad que Joan Carles Suau y Juan Ceacero le dan a sus personajes, Hugo y Mario Caballero respectivamente.
Un texto inolvidable, una idea contundente y un espacio inmejorable. Estamos ante una de las autoras que darán que hablar, Denise Despeyroux, te seguiremos la pista.