La flaqueza del bolchevique, vida y ética
Desde luego, cada vez me gusta más ir al teatro sin conocimiento alguno de la obra que voy a ver. Cada historia es un descubrimiento. La flaqueza del bolchevique es una novela de Lorenzo Silva que fue llevada al cine por Manuel Martin Cuenca y protagonizada por Luis Tosar y María Valverde. Ahora, David Álvarez se atreve a adaptar esta historia al lenguaje teatral y le da sendos regalos a Adolfo Fernández, que también interviene en la dirección, y a Susana Abaitua. Una muy buena resolución que engancha al espectador y que resuelve con eficacia las limitaciones de tener sólo a dos personajes en escena.
Pablo trabaja en un banco, está hastiado de su vida rutinaria. Un leve accidente de coche es el punto de partida de lo que será una historia de amor mal vista por la sociedad donde las identidades se confunden y donde el morbo va más allá de la edad. La flaqueza de un bolchevique que se vislumbra sensible y con un corazón oculto por la amargura y el odio al prójimo.
Adolfo Fernández quería hacer este papel y él sólo se lo ha cocinado. Y al final el espectador se chupará los dedos de lo bien que le ha salido el plato. Un inicio al que le cuesta arrancar, sobre todo porque no estamos acostumbrados a ver a Fernández en este registro. Hablándole directamente al público, contándole sus penas, sus amarguras, pero con un humor llano y que cautiva al espectador. La historia coge un rumbo fijo, directo a una trama que nos interesa y que nos extraña. Adolfo Fernández consigue que nos caiga bien y que lleguemos a comprender a un personaje que socialmente es catalogado como pervertido y pedófilo.
El montaje a veces echa en falta la aparición de otros personajes o, en su ausencia, una voz en off, sobre todo cuando nos damos cuenta de que es un recurso al que acuden en una ocasión. Conversaciones telefónicas o algún encuentro presencial que Fernández mantiene con soltura pero que ganaría en ritmo el utilizar este tipo de recursos sonoros. La otra pieza fundamental de La flaqueza del bolchevique corre a cargo de Susana Abaitua. La actriz se enfrenta a un personaje adolescente que ejecuta con solvencia y credibilidad. Coquetea y se insinúa. Un buen tándem actoral que logra que las escenas entre ambos sean impulsos rítmicos en un monólogo con prestancia.
El desenlace final deja ver el lado dramático de Adolfo Fernández, el cual consigue que salvemosa su personaje aunque en lo más profundo de nuestro ser lo juzguemos tal y como lo juzga la justicia. La flaqueza del bolchevique es una historia que pone en duda la ética y la moral del propio espectador y eso es algo que pocas historias consiguen.