Mi relación con la comida, un puñetazo a la sociedad
Hay muchas maneras de escribir un texto y muchas otras de decirlo. Angelica Liddell escribe desde el corazón y Esperanza Pedreño lo dice desde las entrañas. Un monólogo de más de noventa minutos que expone a la actriz a un estado de indignación contínuo bien administrado. Un puñetazo a la sociedad actual y a todos sus componentes. Necesaria, repulsiva y bella. Así es Mi relación con la comida.
Mi relación con la comida es un texto que la propia Liddell no se atrevió a interpretar. Ahora ha encontrado en Esperanza Pedreño la actriz que pone voz, cuerpo y alma a sus sentimientos y pasiones, a sus desganas y enojos, a su incredulidad, a su descrédito y a su indignación. Una obra que habla de ella misma con un antecedente claro, un productor quiere invitarla a comer para hablar de su obra. ¿Aceptará la invitación?
Verdades como puños, palabras que duelen ser escuchadas quizá porque nunca antes nadie se atrevió a decirlas. Sarcástica, irónica, el toque de humor que propone al principio se diluye en desesperación y las risitas del público se convierten en aliento encogido. Tiza en el suelo, zapatos de flamenco, cepillo de dientes, tomates,... objetos que rodean a la actriz en un ensayo sobre la sociedad, el hambre, la violencia, las clases sociales, la economía, la inmigración, la gastronomía y el teatro. Temas que no pasan desapercibidos para el espectador. En este momento donde los españoles nos jugamos el cambio o la continuidad, en Mi relación con la comida podemos ver lo que realmente importa en una sociedad deshumanizada y sin espíritu.
Este texto de Angélica Liddell es muy complejo, muy complicado de tratar y de llevar a escena. Peca de lineal y de no contener una historia, simplemente son los pensamientos y sentimientos de la autora ante una propuesta que a cualquiera alegraría, pero ¡qué pensamientos! Esperanza Pedreño lo hace con absoluta maestría, sin flaquear en ningún momento y llevando el ritmo de la función a su antojo. Los recursos vocales utilizados ayudan a que el público no decaiga. Bien es cierto que un recorte no le vendría nada mal, podría llegarnos el mismo mensaje en poco más de una hora pero también es cierto que este texto es digno de conocerlo entero ya que debe de ser de obligada lectura para poder apreciar todos los matices que no puedes absorver con sólo una función. Algunas propuestas, como cuando saca a unos cuantos espectadores a escena -yo fui uno de ellos- no están del todo justificadas y se quedan en innecesarias y descafeinadas, pero sin lugar a dudas todo está planificado para el momento final, esa catarsis que pocas veces se puede ver en teatro y que Pedreño consigue con entrega y sin miedo.
Sin lugar a dudas, Mi relación con la comida no te dejará indiferente. La vulnerabilidad de la actriz ayuda a que las palabras que salen de su boca y nacen de lo más profundo de su ser no puedan sacarse de la cabeza del espectador. Valiente, eficaz y única.