Aire, minutos de creatividad e imaginación
Viendo este espectáculo es imposible no acordarse de la canción Aire de Mecano donde un humano se transformaba en aire gris y oscuro, con bastante polución, aire de ciudad. Aquí el aire es puro y consigue emitir sonidos vivos, únicos y tangibles. Un montaje “arriesgado y valiente”, como podemos leer en el programa de mano, que deja visible la complicidad y el buen entendimiento de los hermanos Aragón. Fernando Bernués y Patxi Barco orquestan desde fuera este espectáculo visual, creativo e imaginativo.
Cuatro entes indescriptibles nacen, descubren el mundo que acaban de conocer y juegan. Un juego teatral y musical en el que todos los espectadores estamos inmersos. Desde dentro, siendo partícipes, los cuatro entes nos descubren ese mundo imaginativo donde los juguetes, los sonidos, el plástico, las tuberías, el agua e incluso los móviles pueden ser objetos sonoros sin limitación. ¿Qué sacarán ahora?, es lo que nos preguntamos contínuamente los espectadores. Y no dejan de sorprendernos.
De blanco, con máscaras y sin decir ni una sola palabra -bueno, descubren un hola que les dice un espectador-, estos cuatro personajes, acompañados por un quinto que sirve casi de azafato, se atreven a crear un universo nuevo, único y arrollador al que todo el público quiere pertenecer; no hay nada más que ver que al terminar todos sucumbimos a la tentación de pisotear las bolitas que quedan en el suelo y hacer sonidos con las mismas. Sonidos en directo y percusiones creadas con objetos inimaginables. El espectáculo puede recordar a un Mayumana pero la atmósfera creada va más allá. Intimista y silenciosa, se rompe cuando quiere romperse. Con mucho espíritu clown, me surge el interrogante de si cada espectáculo será igual o los sonidos pueden tender a improvisarse en cada función. Sin embargo, cuando se prestan a introducir sonido enlatado, la cosa pierde su gracia, suerte que después la recuperan con maestría.
Con un increíble sentido del ritmo, los hermanos Aragón, la manada como ellos se definen, se desenvuelven en el aire que recrean y entre el público. Nunca he visto a los asistentes tan predispuestos a participar. Divertido momento en el que sacan a un espectador y le obligan a hinchar un globo con forma de corazón. Carcajadas a raudales. Un espectáculo que, sin lugar a dudas, levanta el espíritu positivo de todo el que lo vive.
Como si de un concierto se tratase, al terminar pensé, aquí faltan los bises… ¡Y los hubo! Una noche especial, divertida y una vuelta a un mundo infantil -sin tratarse de un espectáculo exclusivo para niños- que nadie debe olvidar.
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