Hamlet, ingenio afilado, lunática aptitud
Utilizo cuatro palabras de la obra de Shakespeare para rendir homenaje a la gran adaptación que ha realizado Miguel del Arco de uno de los trofeos de la dramaturgia inglesa. En segundo lugar, estas cuatro palabras definen a la perfección un montaje sorprendente, valiente, arrollador y feroz que perturba al espectador durante casi tres horas. Porque Miguel del Arco es capaz de sacar el ingenio más afilado de los versos de Shakespeare y del príncipe de Dinamarca y porque a veces peca de lunático atreviéndose, siempre con éxito, a plasmar en escena sus más geniales ideas. El equipo de Kamikaze Producciones vuelve a sorprender, ¡y de qué manera!
Creo que cualquiera que lea esta crítica conocerá la historia de Hamlet así que no habrá premisas argumentales. No las necesitamos. El montaje de Miguel del Arco apuesta por el humor del personaje, por ascender a la máscara desde el comienzo de la función y por utilizar los versos de Shakespeare a su antojo, dotando de humor e ironía a los personajes. Una función oscura, tenebrista, donde la iluminación y lo audiovisual se mezcla con la realidad que vemos en escena para crear un conjunto armonioso y sorprendente.
Sorprende la potencia de la locura de Hamlet, sorprende la relación de Gertrudis con Claudio, sorprende la enajenación de Ofelia, sorprende la brusquedad de los cambios de escena, sorprende la fiesta en Dinamarca pero sobre todo sorprende lo extremista del montaje tanto en su vertiente dramática como en la cómica. “Voy a retorcerte el corazón”, dice Hamlet. Y eso es lo que ha conseguido Miguel de Arco con su Hamlet, que nos retorzamos en la butaca y queramos ver más y más genialidades. Algo que echo de menos en un final que peca de clásico. Después de lo visto durante la función, esperaba un final mucho más impactante, ya que el hilo argumental no sorprende pues todos conocemos como acaba la familia real de Dinamarca.
Si hay una obra que estira los soliloquios hasta la saciedad, esa es Hamlet. El príncipe de Dinamarca se explaya ante el espectador y conversa y debate con él. Aquí, Israel Elejalde es cómplice y se abre en canal ante lo desconcertante de su situación. Elejalde aprovecha los extremos de su personaje y deambula con firmeza por el drama y la locura de Hamlet, aunque creo que todavía puede dotar de más matices los soliloquiso. Sin lugar a dudas, a su lado, descubrimos una Ofelia interpretada por Ángela Cremonte de manera magistral. Sin límites ni cortapisas. Su grito desgarrador perturba a todo el teatro y la locura que viene después es tan cómica como dolorosa. Genial idea del director hecha con sentimiento por Cremonte. José Luis Martínez desata el lado más cómico de Polonio, llevándolo al ridículo con credibilidad. También nos reímos con un enterrador en una de las escenas más cómicas de la función. Cristóbal Suárez crea un Laertes demasiado desinflado, es perdedor desde el minuto uno y no llegábamos a entender por qué acepta el acuerdo con Claudio. Genial en su encuentro con la locura de su hermana. Daniel Freire intenta esconder sin éxito su acento argentino y compone un Claudio que no cae mal. Todo un logro. Buena composición su relación con Gertrudis a la que da vida Ana Wagener, donde sorprende lo pasional del nuevo matrimonio. Wagener se luce en su escena con Hamlet y pisa con fuerza el escenario. Jorge Kent, por su parte, asume papeles secundarios con destreza y su voz potente no pasa desapercibida.
Miguel del Arco no se achica ante nada y lleva al máximo sus ideas. Arriesga y gana. Valentía demuestra en este montaje al no mostrar un Hamlet como los demás. El Hamlet de Miguel del Arco dará que hablar, eso sí, no te dejará indiferente.
Puedes disfrutar de este montaje en el Pavón Teatro Kamikaze gracias al Bono YMás de Entradas YMás.