top of page

La batalla, la mujer paciente



De vez en cuanto, hay que mirar al pasado para entender cómo somos, cómo fuimos y cómo podemos llegar a ser. En nuestros días, sigue existiendo machismo y es que una cultura tan arraigada como esa, la cultura machista, no es tan sencilla de eliminar. En La batalla, su autora, Aranza Coello, hace una retrospectiva hacia la figura de su abuela, y hacia la figura de tantas abuelas que esperaban a su marido, emigrado durante años para poder mandar dinero a casa para que comiesen sus hijos. Una espera a veces eterna que consigue hundir a la mujer en un continuo estado de anhelo. Aunque en esta historia nos falta un punto de vista, ¿qué siente el hombre que tiene que alejarse de su casa durante años para darle un fututo mejor a sus hijos? Esta pregunta no es la que nos incumbe ahora.


La batalla se sumerge en los sentimientos de la mujer paciente que, con paciencia, espera a que algún día la vida de casada que le prometieron se haga realidad. Coello revisa su recuerdo familiar y nos trae la vida de muchas mujeres, retrospectiva hasta esa Penélope que esperó a Ulises con trenza y sin descanso.


La historia principal de La batalla es profunda y emotiva pero Coello se aleja de lo que nos interesa. Creo que atender a la esencia de esta historia hubiese acercado más al espectador y hubiese entrado de lleno en la tradición familiar de la protagonista, una nieta que busca entender a su abuela, su carácter y sus ausencias. Introducir de camino la figura de Penélope y La Odisea podría haber sido una bonita metáfora pero creo que cobra demasiado protagonismo sin necesidad. Un montaje que a veces peca de lentitud y en el que nos encontramos movimientos escénicos y escenográficos innecesarios. Menos es más y esta regla no la han entendido desde Burka Teatro. Sin embargo, sí que han conseguido crear una atmósfera propicia para la historia que se nos presenta, aunque las transiciones resten ritmo al montaje, y sí que consigue despertar interés en la historia de su abuela, “los que olvidan su historia están condenados a repetirla”, dicen. Pues recordemos.


¿Hay que juzgar la entrega absoluta de la mujer al hombre? Juzgarla no, pero muchas veces no llegamos a entenderla y aquí Burka Teatro nos aporta diferentes perspectivas para comprender este tipo de actitudes. Las tres intérpretes apuestan por un montaje emotivo sin pretensiones de serlo que propicia contar una historia familiar. Van todas a una y eso se nota. Aranza Coello apuesta por mantener su acento canario y eso a veces despista ya que el resto de intérpretes no lo tiene, cuando están dando vida a una familia hay que igualar los acentos. Pilar Duque está estupenda ejerciendo de abuela y nos resulta muy creíble sin necesidad de estereotipar, un simple cambio corporal nos hace ver a esa señora de armas tomar. Irene Maquieira, por su parte, comparte escenario aportando un toque cómico a las apariciones de Penélope.


Un juego de primas, un juego familiar que parte del juego teatral para explicar muchas cosas. Al final, todos llegamos a entender a una abuela que no podía hacer otra cosa y así también logramos entender a una nieta que decide romper las reglas establecidas y apostar por ella misma. Un montaje que viaja al pasado con una estructura dramatúrgica que no acompaña a la esencia de la historia pero que consigue despertar el interés del espectador.


 Últimas  
 Criticas  
bottom of page