top of page

Muñeca de porcelana, los hilos del poder



Jefe y empleado, lealtad sin fisuras y poder sin límites. O eso es lo que cree el protagonista de Muñeca de porcelana. David Mamet escribió este texto para Al Pacino y las críticas no dejaron de llover desde su estreno en Broadway hace cuatro meses. Sin embargo, Bernabé Rico no pudo evitar fijarse en su texto y quiso apostar a lo seguro. José Sacristán es uno de los grandes, capaz de afrontar este papel con la entereza que merece, y Juan Carlos Rubio, la batuta ideal, domina a la perfección todos los registros teatrales.


Está claro que el nuevo texto de Mamet no funciona si no lo acompaña un gran actor. Puede llegar a ser intenso, rebuscado a veces y un poco cansino sino se hace cómo debe hacerse. Y José Sacristán sabe mantener al espectador en vilo ante una incesante cadena de llamadas y conversaciones telefónicas donde gracias al actor logramos saber lo que su interlocutor dice y donde la tensión se acelera ante un final que supone la caída de un grande, ¿o no?


Un millonario y su secretario, o aprendiz o ayudante, preparan la jubilación del primero. Acaba de comprarse un avión privado y va a reunirse con su joven e insaciable prometida. Una llamada de teléfono será la desencadenante de toda una sucesión de estratagemas para evadir impuestos y esquivar el cumplimiento de las leyes internacionales.


Juan Carlos Rubio escoge un montaje realista donde la tensión va creciendo junto con los obstáculos al protagonista para cumplir su objetivo. Los personajes que están al otro lado del teléfono tienden a confundirse pero el mensaje llega. El empresario hará todo lo posible por reunirse con su amada y empezar una nueva vida. Pero el estado no se lo pondrá fácil. Con una eficaz escenografía diseñada por Curt Allen Wilmer el espacio se abre al espectador pero encierra a nuestro protagonista que cada vez tiene más complicado salir de su despacho sin esposas en las muñecas. El montaje hubiese ganado más en tensión si se hubiese realizado en la sala pequeña del Matadero ya que hubiésemos podido ver más de cerca cada gesto de los personajes, cada momento de escucha, que hay muchos. Quizá la Sala Fernando Arrabal se queda grande para un montaje de solo dos actores y mucho texto.


Buenos momentos de escucha los que aprovecha Javier Godino, partener ideal y que tan sólo se achica a Sacristán en los saludos. Su admiración le sienta bien a su personaje y apoya a su compañero con firmeza y dignidad.


Muñeca de porcelana es puro teatro textual. Sarcasmo, ironía y tremendamente actual. Una evidente crítica al poder establecido y a la corrupción que impera en todo el mundo donde los poderosos actúan con la sensación de que todo lo pueden, moviéndose siempre al borde de la ley. Un final un tanto cutre en la ejecución empaña el desenlace de la obra pero nos quedamos con la sensación de haber presenciado una impactante función, aunque la sucesión de nombres extranjeros y llamadas telefónicas nos hayan podido despistar a veces. No importa.


 Últimas  
 Criticas  
bottom of page