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Una corbata para Monroe, el declive de una estrella



Me interesaba mucho este musical porque la vida de Norma Jane Baker es todo un misterio y descubrirla a modo de musical me agradaba. Pero mi decepción ha sido tal que lo único que salvo de esta producción es a una actriz, Jazmín Abuin, que desprende potencial vocal y chispa sobre el escenario pero al contrario que Marilyn Monroe, tiene que hacer mucho, quizá demasiado, para lograrlo. Y es que a su lado tiene un reparto sin sustancia que resta más que suma. Una pena, Marilyn se merecía mucho más para contar su vida.


Marilyn Monroe es uno de los mitos modernos internacionales cuya vida llama más la atención. El éxito de sus películas fue el fracaso y la agonía de su vida. Con faldas y a lo loco, una de sus films más aclamados, fue un auténtico calvario para ella y para el resto del equipo. Alcohol y pastillas fueron las causantes de tal descrédito. Una vida donde el amor al cine se equiparaba con la necesidad de ser querida.


Una corbata para Monroe aborda la vida de la actriz con un texto, escrito por Juan Sánchez, sencillo y sin grandes aspavientos, demasiado infantil y estereotipado, que fracasa cuando tiende al humor negro y ácido. ¿A quién se le ocurrió la genialidad de que su primer amor le dijese “cualquier día te voy a encontrar muerta en la cama”? De muy mal gusto, señores. Un montaje, dirigido por Víctor Páez, que no aprovecha lo que tiene, hay un cuerpo de baile que se diluye a medida que avanza la obra y prefieren optar por oscuros lentos y sin chispa para los cambios de escena. Chispa es lo que le falta a un musical que podría dar mucho más de sí.


Jazmín Abuin interpreta a Marilyn Monroe pasando por una evolución apabullante. Realmente resuelve el papel que le toca con profesionalidad y hace todo lo que puede. El entorno no le acompaña. Es verdad que el personaje le queda un poco grande, es muy complicado interpretar a una estrella única, y a veces resulta sobreactuada en los momentos de mayor intensidad, pero consigue desprender esa mezcla de fragilidad y vitalidad que poseía Monroe. Con ella descubrimos las virtudes y defectos de Norma. Buenos matices y muy acertada en las canciones más conocidas, clava esa inocencia y sensualidad. La peluca rubia no le hace bien, se nota falsa.


El resto del reparto no tiene verdad. Sus enamorados pecan de frialdad y su interpretación no es sincera ni cuidada. Personajes estereotipados, a algunos intérpretes les han dicho, ponte ahí y di tu texto. Impostados y cantarines, no desprenden arte sobre el escenario. Fran Moreno tiene estilo como bailarín pero se hunde cuando le ponen un texto por delante, aunque en su última intervención le ví verdad en los ojos. Edu Rosa está simpático en la escena de Con faldas y a lo loco y su “Bobby” Kennedy tiene humanidad. Y Carlos Baez resuelve con sutileza la amargura de un Arthur Miller enamorado.


Un montaje superficial que no consigue homenajear a una estrella. Demasiado largo, un espectáculo tiene que ser muy bueno para aguantarlo durante dos horas, a veces llegué a pensar, “¡por Dios, que se suicide ya!”. Un triste pensamiento cuando estamos hablando de un mito único. Éxito profesional y fracaso personal, así fue ella.


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