Adentro, una mirada interior al corazón
Cuando se repone una obra suele ser porque hay calidad en ella, se han agotado las entradas o hay gente que se ha quedado con ganas de verla. En Adentro hablan las tres cosas. Y nosotros hemos tenido la suerte de disfrutarla en esta segunda tanda. Carolina Román escribe y protagoniza este drama familiar y se pone a las órdenes de Tristán Ulloa. Una decisión acertada ya que Ulloa ha sabido dar un peso interesante a esta propuesta. Personajes con tragedias internas que enseñan su corazón roto a través de sus ojos, sin aspavientos, sin fustigarse, sin exhibirlo. Y eso se agradece.
La vida de La Negra no es fácil. Y se ve en su agrio carácter, en sus nulas ganas de hacer nada y en su soledad acompañada. Marga, su madre, al contrario, intenta sobrevivir en su vacío cotidiano celebrando su cumpleaños con amigos ausentes, compañeros del colegio a los que nunca volviste a ver. Male, su amiga, tiene siempre presente la ilusión por una vida mejor, por el amor no encontrado y El Negro, su hermano, arrasa con todo lo que le rodea con una mirada profunda y perpetúa.
Tristán Ulloa dirige este montaje cargado de mundo interior. Lo hace con calma, aunque quizá esa carga es demasiado evidente, los ojos de los actores hablan por sí solos pero se detienen demasiado provocando una lentitud en el transcurso de la historia a veces desacertada. Este pero no enturbia un montaje exquisito, para saborearlo y con momentos que despiertan una sonrisa tierna y translucida. Una obra donde la cotidianidad se hace historia y la vida de unas personas normales, de a pie, despierta el interés del espectador. Porque todas las familias, todas las personas, guardan un secreto, y aquí el secreto es grande.
Carolina Román firma y protagoniza este texto. Se ha dejado para sus adentros un personaje agrio, sufridor, lejos de caer mal, la entendemos y justificamos. Hierática, expresa con los ojos y crea un personaje con mucho fondo al que le cuesta expresar sus sentimientos, una niña que ha crecido a golpes con la vida pero que sigue siendo niña. Nelson Dante tiene el personaje más oscuro, con una injustificada obsesión por las cremas, y el actor lo trata con cariño, aunque quizá un pelín estereotipado. La luz de la obra la otorgan los personajes de Araceli Dvoskin y Noelia Noto, que son puro brillo. Dvoskin otorga naturalidad, el ritmo de la calle, como si una espectadora se subiese al teatro y nos abriese las puertas de su casa. Genial también Noelia Noto que conserva la alegría de un personaje que no ha perdido la esperanza de una vida mejor pero que va cargada de añoranzas, de oportunidades perdidas.
Personajes naturales y una historia de familia. Adentro nos sumerge en ese teatro argentino de calidad que llega a nuestros teatros para darnos lecciones de naturalidad. No es su intención pero lo hace. Tragedia y humor, amor y violencia. Cuatro elementos que aquí se entrecruzan para mostrarnos otra cara de la vida, más cruel o menos trágica, quién sabe. Adentro cala hondo, muy hondo.