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Herederos del ocaso, reírse del tonto



Club Caníbal lo ha vuelto a hacer. La compañía dirigida por Chiqui Carabante vuelve a reírse de nosotros. De nosotros, de los españoles y de su picaresca. Y vuelve a conseguir que nosotros nos riamos de nosotros mismos. Porque somos españoles y nos vemos reconocidos, sabemos que somos así, mal que nos pese. Humor patrio. Juan Vinuesa, Vito Sanz y Font García se calzan tirantes y pantalón corto de nuevo para interpretar a cada uno de los personajes de esta historia.


Herederos del ocaso es la segunda parte de una trilogía que comenzó con Desde aquí no veo sucia la plaza. Una trilogía, Crónicas Ibéricas, que traslada y recoge sus particular visión de hechos reales que suceden en nuestro país. Club Caníbal se supera, realiza una función más redonda, sin momentos de parón, dándole la misma importancia a todos los personajes, tengan más o menos peso, y regalándonos unos minutos dramáticos que consiguen parar la risa de todos los espectadores. Un momento único y que hace Vinuesa demuestra que no sólo puede hacer reír.


Se celebran los Juegos Paralímpicos de Sidney y España quiere ser vencedora. La Federación Española de Tenis de Mesa para Discapacitados Intelectuales no confía en sus deportistas paralímpicos y no duda en hacer trampas para ganar. Juan Alegría es un deportista de ping-pong, perdón, de tenis de mesa, frustrado que da clases a niños sin motivación. Esta es su oportunidad, será un deportista discapacitado intelectual –tiene un papel que lo demuestra-, y conseguirá su sueño, competir en las Olimpiadas. A su lado, lo acompañarán una ristra de personajes cada cual más loco, perdón, discapacitado.


El montaje que propone Carabante repite la misma esencia que prevemos que tendrá esta trilogía. El hecho teatral ante los ojos del espectador, efectos sonoros en escena, multitud de personajes interpretados por los mismos actores, un manejo del ritmo envidiable y humor, mucho humor. Un humor absurdo, con tendencias surrealistas pero muy real. Lo peor de todo es que nos reímos de lo que es posible, porque nada de lo que plasman es escena nos parece inverosímil y eso es un logro.


Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa consiguen dar un halo de patetismo a todos los personajes que plantan en escena, desde la señora que se avergüenza de sus bolsas en los ojos hasta el último Borbón con ganas de heredar el trono. Juntos son un dragón con tres cabezas que comparten el mismo código y la misma energía. Si Vinuesa nos sorprende con su giro dramático –sigue siendo igual de rico en el cómico, no creáis que lo ha perdido-, Vito Sanz se engrandece con los personajes que le ha tocado interpretar, no puedes parar de reírte con Leandro de Borbón ni con la esposa del tenista, espectacular. Font García cumple también con su cometido, levantando sonrisas desde su primera intervención con el niño que masca chicles con el envoltorio puesto.


Nos vamos con ganas de ver el siguiente montaje, el fin de esta trilogía que tanto nos está haciendo reír. Algún día todo esto será tuyo, te esperamos. Y esperamos los próximos espectáculos, las próximas obras donde nos sorprendan con otras temáticas pero con su código particular, un humor no apto para todos los gustos pero excelente para los gustos que gusten.


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