¿Qué sabes tú de mis tristezas?, confidencias
Emocionado. Así salgo de La Pensión de las Pulgas después de ver este drama. Durante la función no hay necesidad de llantos, no se buscan, ni las propias actrices lo buscan pero al salir, la emoción emerge al empatizar con la historia inspirada en textos de Roy Galán, al recordar que todos tenemos a alguien al que hemos querido mucho y hace mucho tiempo que no vemos, por un motivo o por otro, pero casi siempre por algo dramático, algo que te ha hecho tomar distancia. Odio, dolor. Como cita en el programa de mano, ¿es posible el perdón a pesar de las heridas?
Dos hermanas con caracteres opuestos. La triste y la rara frente a la rebelde e independiente. Una está a punto de casarse a pesar de que nadie se lo imaginase, la otra no quiere saber nada de su familia, no quiere volver a encontrarse con sus raíces. La primera hará todo lo posible porque su hermana sea su dama de honor. ¿Lo conseguirá?
Pedro Ayosa y Paula Amor dirigen a Ana Rujas y a Ariadne Serrano en un montaje sencillo, donde importa más el texto y la verdad de las actrices que la dirección escénica. Aun así ambos directores consiguen hacer que la sencillez sea un punto positivo en una función donde los personajes te miran a los ojos, te cuentan lo que sienten, lo que le ronda por sus cabezas, te revelan sus confidencias. Tanto es así que el texto a veces se va por los cerros de Úbeda y puede pecar de repetitivo, pero ¿no es así nuestro propio pensamiento? Poco a poco vamos descubriendo cómo y porqué han llegado los personajes hasta donde están, manteniendo la atención en el espectador que tiene ganas de saber más, de conocer a las dos mujeres con alma de niñas que nos acarician el alma. Por cierto, la función tiene momentos donde se despierta la sonrisa en el espectador, como cuando acuden al programa de la carta.
Es fácil empatizar con el personaje débil y Aridne Serrano se hace querer enseguida. Tierna y sencilla, trabaja con encanto y sentimiento. Las dos emocionan sin necesidad de hacer melodrama, sin buscar la lágrima fácil y eso que podría ser bastante sencillo. Rujas, por su parte, me sorprende en este montaje. Se implica con su personaje y descubre que hay una actriz en potencia detrás de sus ojos de mar, algo que no había conseguido ver en sus montajes anteriores. Aquí dice el texto con verdad, dándole valor y sintiendo lo que dice. Aunque le falta algo de fuerza, se encuentra ante uno de sus mejores trabajos.
¿Qué sabes tú de mis tristezas? no necesita nada más. Una hora de función donde el espectador se marcha a casa pensando en llamar a esa persona que creía olvidada, pensando si de verdad el tiempo puede curar sus heridas e intentando ver el corazón de esa otra persona a través del tiempo. Quizá nunca la llame pero ¿qué pasaría si volviésemos a encontrarnos?