A media luz los tres, la enfermedad del amor
Esta noche vamos a hablar de la figura del eterno conquistador, del coqueteo, del miedo al compromiso, del matrimonio, temas universales en la relación entre hombres y mujeres. De eso y más cosas nos hablan en A media luz los tres. Miguel Mihura escribió hace más de medio siglo esta comedia que hoy adapta Rubén Tejerina y pone sobre el escenario a Fernando Cayo, Pepa Rus y Javi Coll bajo las órdenes de Fernando Soto. El director ya nos tiene acostumbrados a un magnífico ejercicio teatral, con funciones como Constelaciones o La estupidez, y aquí no iba a ser menos.
Y hablamos de un magnífico ejercicio teatral porque si hay algo que destacar en la versión actual de A media luz los tres de Mihura es el uso de la teatralidad. Luces, ruptura de la cuarta pared, bajada al foso, evidenciar a los magníficos músicos de Desvarietés Orquestina, dejar patente que todas las mujeres son interpretadas por Rus, el regidor que nos manda aplaudir o echa lluvia… y tantas y tantas cosas que hacen que A media luz los tres sea una función viva y con buen ritmo donde el espectador se divierte y disfruta con el montaje.
Alfredo es un soltero de oro, como se diría en otras y en estas épocas, es un experto en las mujeres, y en las citas de una noche, que no se alargan más de tres días. En su casa, disfrutaremos con cada una de las mujeres que se asoman –nunca mejor dicho-, y con su siempre presente amigo Sebastián. Durante tres actos veremos como evolucionan los personajes y descubrimos que el brillo del oro de la soltería no tenía tantos kilates.
“El amor es la única enfermedad capaz de curarnos”, con este cierre comienzan los aplausos. Y son merecidos. Con un humor con tintes absurdos –a veces demasiado estirado-, la dramaturgia de Mihura hace que te creas rápidamente una cosa y esta se desmienta, casi sin llamar la atención, en apenas unos minutos. Me apetece mucho leer la versión original para ver la buena versión que ha hecho Tejerina de esta comedia. La inclusión musical y los efectos sonoros en directo son todo un acierto que dan ritmo y continuidad a la función. Las entradas de los personajes, los momentos de casi musical, la interacción con los músicos o con el público, hacen ver que detrás de A media luz los tres hay un equipo muy bien compenetrado que va a favor de la función y no de uno mismo. Enhorabuena.
Las cabezas visibles de este equipo son Fernando Cayo, Pepa Rus y Javi Coll. Los tres llenan de energía el escenario y están en el código que tienen que estar, aunque no puedo sino alabar el momento más naturalista que esconde el encuentro de Alfredo con Lulú, todo un acierto. Cayo, a punto de caer mal al principio, va desmoronando su personaje y acierta en su alocada interpretación. Coll tiene una vis cómica estupenda que divierte al espectador pero, sin lugar a dudas, es Pepa Rus la que desprende comicidad por todo su pequeño cuerpo. Dando un mismo aire a todos los personajes femeninos, consigue diferenciarlos perfectamente con leves toques de composición de personaje. Sigue la estela alocada de Cayo y la multiplica y está tan natural en el personaje de Lulú que sorprende, todo un cambio.
A media luz los tres se presenta como una divertidísima comedia y es lo que ofrece. Una genial opción para las noches de verano de teatro al aire libre. Por cierto, aunque entiendo el motivo del descanso, creo que es teatralmente innecesario.