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Backstage, ¡sólo quiero música!



¿Te apetece ver una obra de teatro con un guion sacado de la parte musical de los chicos de Al salir de clase y lo más dramático de Física y química? Backstage se presenta como teatro para adolescentes, para fans de los melodramas de instituto, de amores imposibles, de pasiones descontroladas y de un poco de pastillas y mucho de cervezas. José Luis Saíz versiona y dirige este texto de Marjorie E. Glantz donde cuatro actores darán lo mejor de sí mismos para que la música salga adelante.


Cuatro amigos tienen una banda de música. Estamos ante lo que, aparentemente, es un concierto más. Ella llega, se pone guapa, y prepara la lista de canciones a tocar. Llega el resto del grupo, con sus problemas, sus idas de olla y sus dramas amorosos. Todo se interpondrá para que den el concierto. Puede ser el último de los cuatro juntos. Puede ser el que los lleve al estrellato. Y hay que darlo todo.


Saíz nos presenta un texto donde todo está en las palabras de los personajes, no hay nada en la imaginación del espectador, un texto sencillo en el que los personajes se comportan en una misma línea de acción. No hay evolución. Aunque mejor eso que los comportamientos sin sentido del personaje femenino. Un personaje inestable con reacciones fuera de tono. Nos descolocan. Backstage presenta líneas de acción que parecen interesantes pero que se quedan en nada ante un final simplón y que hace que los problemas de los personajes pasen a un segundo plano. Recursos simples para que los personajes abandonen la escena, ese “necesito una cerveza” utilizado en dos ocasiones y actitudes infantiles hacen que esta obra infravalore lo que podría convertirse en un buen espectáculo juvenil que también interesase a los mayores de veinte. Tiene buenos ingredientes para serlo. Actores jóvenes, música, amor, sexo y sensibilidad pero necesita muchos matices para crecer. Pueden dárselos y seguro que Backstage puede ir a mejor.


Uno de los ingredientes que más sabe en Backstagees el de la música. Alfonso Begara, creador de la misma, y Asier Iturriaga nos sorprenden con unas voces perfectas para sus personajes y con unas canciones precisas, aunque un poco forzadas su inclusión en la historia, sobre todo ese final hecho por Iturriaga para incitar al público al aplauso. Una pena que el primer momento musical, en el que podrían meterse al público en el bolsillo, se quedase en un poema con voz sobreactuada de Nastase en vez de emocionarnos con una balada con sensibilidad.


Begara e Iturriaga defienden con encanto sus personajes y pese a ser antagonistas comprendemos sus sentimientos. Tienen fuerza y están por la labor de defender un texto que les otorga pocos recursos. Trigo Gómez hace todo lo posible por sacar adelante un personaje complejo y le echa coraje, pero es una pena que todo lo que rodea a su personaje se quede en nada. Alina Nastase, por su parte, no consigue resaltar el encanto de su personaje, no entiende porque hace lo que hace y se nota.


Backstage pierde la oportunidad de arrasar en los Teatros Luchana ya que no tiene en su cartelera nada que cubra la franja de edad a la que se dirige este montaje. Saíz puede mejorar la adaptación y hacer que sus personajes se comporten como adolescentes pero con sentido. El corazón de los veinte años tiene los sentimientos a flor de piel pero se puede llegar a entender si lo intentamos.


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