Papá y el resto, cenizas sin destino
¿Conocemos bien a la persona a la que tenemos que dar sepultura? ¿Sabemos dónde quería que descansasen sus restos? Tres hermanas se enfrentan a esta dura decisión en una comedia titulada Papá y el resto. Escrita y dirigida por Marcos Fernández Alonso, la obra va vagando por ciertos toques cómicos mostrándose permeable por las ganas de una vida mejor de todos sus personajes, entre los que destacan una Blanche contemporánea interpretada magníficamente por Victoria Dal Vera.
Tres hermanas, como si las de Chejov se tratasen, opuestas entre sí, aunque no tanto en sus corazones, tienen que decidir qué hacer con las cenizas de su padre, con el que, supuestamente, ninguna se hablaba. La cuerda, la loca y la hippie. ¿Quién llevará la voz cantante? Ilusiones, sueños, perdones, ganas de cambio y cenizas, cenizas de un cuerpo y cenizas de unas cuantas almas. Todo maquillado con una celebración, la de Nochevieja, que hará que los personajes se planteen el año nuevo como un momento de cambio.
Papá y el resto comienza con una muy buena escena entre los dos personajes más potentes. Opuestos entre sí consiguen enganchar al espectador, algo que no logran mantener durante toda la función. Aún así, la inestabilidad de la dirección de Alonso se matiza con un texto, más que recomendable, que esconde ganas de salir adelante. Las mismas ganas de muestran sus personajes femeninos. Una pena que los masculinos pasen tan desapercibidos, incluso a veces vayan en contra de la estabilidad de la función.
Un reparto masculino que sirve de apoyo a unos personajes femeninos que son el motor de una obra que camufla de comedia el drama de sus personajes. Risas a raudales pero con segundos de reflexión. Victoria Dal Vera es la encargada de dar brillo a una obra que podría quedarse demasiado plana sin sus apariciones. Con el punto justo de excentrismo, Dal Vera hace reír, conecta con el espectador y lo acompaña por el drama de su vida. Ilusiones de una cuerda en una cabeza repleta de inestabilidad. Su interpretación es coherente y engancha. Algo que va en detrimento del resto del reparto, presidido por una eficaz Susana Hernáiz, que interpreta a esa mujer normal que se deja descubrir un mundo anormal, y una inestable María Sagalerva, que convence en la emoción. El elenco masculino no explora los límites de sus personajes. Marcos Alonso pierde credibilidad en algunas ocasiones por unas rarezas vocales que hacen que no fluya con linealidad. Andrés Rus, por su parte, necesita dejar los pies en el suelo y agarrarse a Hernáiz, le entrega lo que necesita.
Conocer a tus seres queridos, demostrarles que les quieres y pedir perdón cuando sea necesario. Papá y el resto es una buena oportunidad para reconciliarse con los que más quieres y, porque no, para reconciliarse con uno mismo, porque cualquier edad es buena para cambiar; hasta el fin de nuestros días.