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Runners, su propio viaje a la Luna



Objetivos y metas, deseos y sueños, lucha y esfuerzo, éxito y fracaso, lo esperado y lo inesperado. ¿Qué se espera de nosotros? ¿Es posible el cambio pasados los cincuenta? Karina Garantivá escribe esta comedia sobre el cambio, las nuevas oportunidades y la pareja ambientada en una ciudad deportiva donde todos son runners. Ernesto Caballero se suma a la dirección con Janfri Topera como protagonista.


Un matrimonio como los de antes, de toda la vida, estable en esa línea continua que es la vida, la rutina, que crees que no puede cambiar. Pero, de repente, algo cambia. Marcos, el marido, decide abandonar su vida de sofá y cerveza sobre la barriga para iniciarse en el mundo del running. Su objetivo: correr una maratón. Para ello, contará con la “ayuda” de tres runners que han hecho de este deporte un modo de vida. Su mujer, Mari, aficionada a estas zancadas, no verá con buenos ojos esta vuelta de tuerca y juntos descubrirán la realidad de su vida.


El running, correr al fin y al cabo, se ha convertido en algo más que una moda y Karina Garantivá se ha servido de este deporte para contar mucho más. Sin embargo, esta excusa para hablar del logro individual y de la rutina de la pareja se apodera de una función que pierde interés y decae tras cada paso. Mucha metáfora obvia en un texto que necesita mayor profundidad, los personajes cuentan demasiado y los intérpretes no consiguen hacer suyas unas palabras que no llegan a sentir. Las emociones no transitan por su cuerpo y mente. Runners se vuelve más interesante cuando la historia se olvida un poco del deporte y se adentra en los problemas vitales de los personajes. Algo que Caballero aprovecha a veces pero no logra afianzar.


Juanfri Topera da vida a nuestro antihéroe, ese hombre de la calle que se convierte en protagonista. Topera vuelve a demostrar que domina la comedia desde la ternura de sus personajes bruscos, vuelve a mostrarlo, por lo que no nos enseña nada nuevo, y la brusquedad del personaje sobre el escenario parece más brusquedad del actor. Aunque los dos son buenos intérpretes, falta conexión en la pareja artística que forma con Silvia Espigado -genial en el spring actoral que se marca-, algo que si encontramos con Mara López, que da frescura a la escena, aunque le sobra tensión y le falta claridad en su adolescente. Personajes que no evolucionan, como el que interpreta la propia autora, y que empiezan igual que acaban, algo que le sucede a Daniel Moreno que convence al principio pero acaba cansando al no ofrecer nada nuevo durante la función.


Runners se convierte así en un intento de profundidad sobre algo ya visto con una excusa demasiado obvia y presente. En ese intento hay logros conseguidos que permiten que la acción transcurra con tranquilidad y el espectador llegue a la meta con aliento, con la energía necesaria para pensar que siempre es posible llegar a la Luna. Corriendo o a trote.



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