Héroes, tres moribundos y un perro de piedra
‘Tres moribundos en campaña’, así se titula el diario de a bordo de una escapada de ilusión, una excursión que despertará las ganas de vivir de estos tres veteranos de guerra. Tamzin Townsend dirige esta comedia de las que yo llamo light, una comedia donde la risa está de fondo, donde las carcajadas no abundan pero la sonrisa está siempre presente. Héroes nos sienta en el banco del observador, del que ve cómo tres ancianos sobreviven a los días y al reloj, los observamos y nos observamos a nosotros mismos, con ganas de aprovechar cada minuto y vencer ese miedo humano a la muerte pero, sobre todo, a la soledad, aunque nos acompañe un perro de piedra.
Henri, Gustave y Philippe ven la vida pasar desde el jardín trasero de un hospital militar. Con sus batallas siempre presentes, se sienten tan frágiles como aventureros, tan inservibles como nostálgicos, tan inútiles como robustos. El hospital militar no podrá con ellos, por mucho que la hermana Madelaine quiera acabar con Philippe por su fecha de cumpleaños. Testigo de sus batallas, un perro de piedra símbolo de esa sociedad que nunca se mueve por ellos, por mucho que ellos hayan peleado por todos.
Un texto de Gerald Sibleyras donde abunda la ironía, los recursos bélicos y la ilusión de tres ancianos desechados por la sociedad. Héroes consigue contagiar en el espectador ese espíritu de la nostalgia y las ganas de luchar. La sonrisa emerge en el rostro del público y la dirección de Townsend, pausada pero con buen ritmo, sin grandes sorpresas pero con lo justo y necesario –entretenido momento de caos escénico con la manguera-, guía al patio de butacas por las vicisitudes del trío protagonista. Una escenografía apabullante pero poco dada de sí de Ricardo Sánchez Cuerda y unos cambios de escena sencillos pero eficaces consiguen de Héroes una obra diseñada para el público más convencional, apta para aquellos que buscan algo de emoción.
Algo que acompaña a Héroes y que la hace grande son los tres intérpretes que protagonizan la historia. Juan Gea aprovecha su texto y su personaje, resultando convincente y emotivo en su búsqueda por ser importante. Iñaki Miramón no sorprende pero sigue siendo eficaz y divierte. Luis Varela es el que se siente mayor, el que nos hace comprender lo que significa el fin de nuestros días. Ayudado por una genial composición física, su Henri nos atrapa. Los tres se complementan y derrochan sabiduría escénica. Es un placer verlos sobre el escenario.
Pasar a la historia, ser épicos, querer ser importante, ser único… ¿quién no quiere ser único? Nuestros tres protagonistas se tienen los unos a los otros, han desaparecido de la memoria de sus familiares pero intentarán hacer de su futuro una aventura. Héroes traslada a estos ancianos a una infancia exploradora donde ir al otro pueblo andando, en bici o saltando riachuelos era el plan del verano. ¿Qué nos impide intentar ser felices?