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La voz humana, la última llamada



“Seré la mujer más fuerte del mundo”, esta es la promesa que el personaje que inunda el cuerpo de Ana Wagener le hace a esa voz humana que se escucha tras el teléfono. Israel Elejalde versiona y dirige esta nueva producción de El Pavón Teatro Kamikaze que convierte en genialidad todo lo que toca. Con el tiempo y la medida justa, más larga hubiese llegado a cansar, La Voz Humana de Jean Cocteau se asoma a la ventana buscando cobertura, habla con su amado y llora.


Mujer abandonada, mujer humillada, mujer arrastrada,… Una mujer ante el abismo de la soledad. La voz humana representa un sentimiento común, ese dolor ante el amor perdido, ante la frustración por la lucha sin sentido, la impotencia de los sentimientos,… Una llamada telefónica cuyo pitido final significa mucho más que colgar el aparato. Al final… La nada.


Israel Elejalde nos vuelve a sorprender con otra dirección minuciosa. Una obra que no tiene más trama que la desolación, durará lo que dure la llamada de teléfono. Un diálogo en el que sólo conocemos las palabras de uno de los interlocutores aunque el gran trabajo de disección del texto y de interpretación de Wagener consigan que escuchemos al hombre, a ese hombre con paciencia que aguanta los últimos suspiros y arranques de dolor de ella, la mujer con la que ha compartido el amor que terminó. El montaje es sencillo, Elejalde ofrece lo que el texto pide, nada más. El ambigú del Pavón, espacio que conozco con esta obra, acompaña a la intimidad de la función, aunque es verdad que el ruido de coches y motos de la calle puede distraer al espectador.


Los monólogos muestran al actor más frágil, a la cara más limpia y sincera del intérprete. Lo puede destruir o hacer grande. Ana Wagener se abre en canal y lo hace sin recurrir a la lágrima fácil ni constante. Sería lo más obvio y no es lo que buscamos ni lo que suelen mostrar los Kamikazes. Wagener domina el texto, cada uno de los giros que nos propone el autor y consigue romper la linealidad de la función, algo en lo que, en contadas ocasiones, es imposible no caer. La actriz finge con su voz al otro lado del teléfono pero a nosotros, a los voayeaurs que nos sentamos a contemplarla, nos muestra la destrucción de la soledad, trabajo arduo y complicado.


Tal vez La voz humana me ha pillado en un momento difícil, tal vez haya demasiados recuerdos,… tal vez no. Si un montaje te llega es porque está hecho para eso. ¿Para qué sirve sino el teatro? La voz humana desnudará el alma de cada espectador y lo llevará a lo más profundo de su corazón, al dolor que alguna vez sintió. Y tras la desconexión, el fin.


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