La Mentira, ¿cuál es la verdad?
“Mentir, a veces, es una demostración de amistad”. Esa es la introducción que nos plantea un conflicto moral que rebosa la amistad. ¿También es una demostración de amor? La Mentira es una comedia de dramaturgia clásica con un texto afinado de Florian Zeller, versionado por David Serrano, y dirigido por Claudio Tolcachir. Carlos Hipólito y Natalia Millán ponen, brillantemente, voz y cuerpo a la pareja protagonista.
El Teatro Maravillas nos abre sus puertas gracias al Bono de Club YMás de EntradasYMás gracias a él puedes disfrutar de su tarifa plana en teatro. Sin esperas, directamente a la segunda fila. Disfrutamos de una función que tenía muchas ganas de ver. Gran elección. Alicia ha visto al mejor amigo de su marido besando a otra mujer. Su esposa, Laura, es una de sus mejores amigas. ¿Debe decírselo? A raíz de esta conversación y de una cena interrumpida, comprobamos el efecto de las verdades y mentiras dentro de la pareja y, por ende, dentro de la sociedad. ¿Hay que ser delicado? ¿Es mejor saber o ignorar?
Bendito dilema para crear una comedia de esas que te hacen pensar, y más si vas con tu pareja al teatro. Es inevitable que te hagas las mismas reflexiones que los protagonistas se hacen en escena. La Mentira propone al espectador un juego delicioso. ¿Quién dice la verdad? ¿En qué momento están diciendo los protagonistas la verdad? Jarros de agua fría que caen sobre los personajes que prefieren creer la verdad que les hace menos daño. Porque la verdad es que te quiero, aun sabiendo ambos la verdad. ¿Complejo juego de verdades y mentiras? Vayan a comprobarlo, señores.
Tolcachir sabe jugar al juego del teatro y dejar que el espectador juegue con la mente de los personajes y con el devenir de la función. Curiosamente, acertamos. Conjeturas que hacen amena una función donde el texto y el reparto protagonista funcionan como un reloj. El ritmo está marcado con precisión y la batalla de indirectas muy directas e ironías sin compasión hace que la función sea un devenir de pensamientos internos que el espectador logra comprender por el buen trabajo actoral, más intenso cuando el personaje que lo acompaña no ve sus reacciones. Divertido.
Carlos Hipólito está genial, divertido y con esa falsa ingenuidad que lo hace un personaje tan lucido. Natalia Millán, adoro a esta mujer, lo acompaña con maestría y forman un tándem perfecto y agradecemos que protagonicen la escena. Armando del Río esta divertido en la escena que comparte con Hipólito, ¡viva el pensamiento interno! Mapi Sagaseta, sin embargo, se encuentra desubicada. Demasiado risueña de primeras, sin explicación. ¿Está borracha? Creemos que no, pues acaba de abrirse el champán.
¿Qué pasaría si todo el mundo dijera la verdad? Destrucción. Al final, lo importante es ponerse en la piel del otro. ¿Me gustaría que me dijesen la verdad? ¿Es la mentira una verdad delicada? No lo sabemos, cada cual tendrá sus preferencias. Lo que sí es verdad es que La Mentira es un montaje que triunfa cada noche gracias a un engranaje en el que el texto, la dirección y el elenco funcionan a las mil maravillas –guiño fácil-, siempre apoyados por un equipo invisible que nunca falla. Enhorabuena.